TRECE

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Tomé una gran bocanada de aire, ya estaba frente a la puerta, toqué el timbre. Mi abuela abrió con una gran sonrisa en su rostro, la abracé muy fuerte, agradeciendo que estuviese bien y rehusándome a soltarla.

—¿Qué haces?—mi abrazo la sorprendió, aunque solía ser cariñosa con ella, no era muy cotidiano que la abrazara con tanto entusiasmo.

—Nada, sólo te extrañaba, ¿está mal?—le cuestioné con una grata sonrisa, sin poder quitar mis orbes de su dulce mirada.

—Para nada, tonta. Ven, llegas justo a tiempo. No me habías dicho que tenías un novio tan guapo —sonrió pícara, dándome un suave codazo.

—¡Hola, mi amor!—exclamó Seokjin sonriendo. Al verlo me paralicé, su cabello ya no era rubio, ahora era castaño y todo en él se veía siniestro. En ese momento aprovechó y me rodeó los hombros con su brazo—Vine a ver a tu abuela para que entiendas que en verdad te amo y no estoy jugando contigo —mi corazón latía muy rápido, estaba al borde del infarto, sabía que sus palabras tenían doble sentido.

—Eres un buen chico —mi abuela le sonrió, al parecer a ella le agradaba, y no era extraño, Seokjin es alguien muy atractivo, de risa fácil y muy elocuente, puede conquistarte en un sólo segundo con uno de sus chistes tontos o con uno de sus exquisitos halagos. Pero desgraciadamente la realidad es muy diferente a lo que él aparenta.

—Siéntense, iré a buscar galletas y prepararé té —Seokjin asintió y ella se fue a la cocina, ahora estaba sola con él sentado a mi lado, mis nervios estaban a punto de matarme. Seokjin se acercó a mí y me abrazó otra vez por los hombros, no podía ir a ninguna parte, ni hacer nada que lo alterara, no podía asustar a mi querida abuela y él se estaba aprovechando de eso. Mordió suavemente el lóbulo de mi oreja y tragué duro.

—Que bien hueles —susurró.

¡Detente, por favor!—supliqué mentalmente, apretando los párpados a la vez que mi ceño se fruncía. Justo cuando su mano estaba recorriendo mi muslo, mi abuela apareció con té y galletas recién horneadas.

—¡Disfruten!—dijo mientras ponía todo sobre la mesa, ella estaba muy emocionada, era algo que siempre había querido hacer. Pues nunca traje a ningún chico a casa, sólo a Jungkook, y eso fue sólo una vez cuando aún no éramos novios.

Los minutos pasaban muy lento, Seokjin bebía té y comía galletas mientras hablaba con mi abuela. Se lo estaban pasando muy bien, al contrario de mí, que apenas podía sonreír.

—Querida, ni siquiera probaste el té —me observó con preocupación, haciéndome salir de mis pensamientos.

—Perdón abuela, es que comí mucho antes de venir. Además, Seokjini y yo debemos irnos—sonreí y entrelacé mi brazo con el de él.

—¡Oh! Ya entiendo, no sé preocupen por mí, vayan—Seokjin la observó sonriente y prometió volver a visitarla otro día, eso la hizo muy feliz. Luego salimos de la casa.

—Eres muy buena actriz, sigue así o uno de ellos —señaló unos hombres que estaban frente a la casa, vestidos de negro—. Podría lastimarla, y tú no quieres eso, ¿verdad?—hizo un patético puchero mordaz.

—Haré lo que quieras, sólo no la lastimes.

—Genial—espetó y me jaló hasta su auto—. Sube preciosa —indicó sonriendo con malicia, mientras abría la puerta de su descapotable rojo, al cuál me subí sin oponer resistencia alguna.

—¿A dónde me llevarás?

—A ver las estrellas, preciosa —acarició mi muslo hasta dentro de mi falda.

—A ver las estrellas, preciosa —acarició mi muslo hasta dentro de mi falda

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Mi destino, tú 🔮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora