Ya a sus quince años, en cuarto año de secundaria, se pregunta cuando fue que quedó así. Tan apartado. Ve las fotos de su niñez y no cree que ese rayo de luna que sonríe sin preocupación es él. Se remonta en el pasado, en el último año de primaria.
Desde que nació solo logró congeniar con dos personas. Kindanchi y Kunimi, sus dos mejores amigos de la primaria. Kindanchi era un hablador por naturaleza que le ayudaba a relacionarse, parecía que con solo escucharlo lo hacías feliz. Kunimi era más reservado pero amigable, también una persona bastante floja que hacía las tareas a último momento.
Entre ellos tres sucedía todo y nada, mientras estaba con ellos sus días eran felices. Y algo le aseguraba que el sentimiento era mutuo. Nunca le permitieron ir a sus casas, pero siempre le encontraban la vuelta para hacer encuentros casuales.
Sus padres tampoco lo dejaban ir a los cumpleaños, catalogando esos encuentros como completamente inservibles y que podría usar ese tiempo para estudiar. Hasta el día de hoy se arrepiente de no desobedecerlos e ir al último cumpleaños de Kunimi y de Kindanchi.
Mientras estuvo en la primaria no necesitó socializar, teniendo a ese dúo no necesitaba nada, llenaban su corazón solo hablando de su día. Les agradece eso, pero tambien le hubiera gustado aprender a socializar durante ese tiempo, siendo el más adecuado.
Rebusca en sus recuerdos, como fue que se separaron y nunca más volvieron a tener contacto.
Fueron a secundarias diferentes. Kunimi y Kindanchi fueron a la católica y perfecta, se lo merecían, ellos eran las personas más perfectas que jamás vió, además de Hinata. Ese dúo era y está confirmado por las dos mejores personas que se le cruzaron en la vida.
Tal vez podrían haber continuado su amistad, pero hubo ciertos hechos que hicieron a Kageyama cambiar de opinión. Porque vió como Kunimi y Kindanchi empezaban a relacionarse con gente como ellos, gente buena y perfecta. Que se les uniera solamente abrumaria la buena estima.
Desde los estados del Whatsapp podía ver fotos en las que salían ese dúo con sus nuevos amigos, sonrientes, felices.
Las capturas de pantalla de las conver-
sanciones divertidas, las coincidencias en los gustos, no podía entrometerse en eso, sería hipócrita y poco conciderado, tal vez ahuyentaría a los chicos.Sus cejas se inclinan con tristeza mientras se encuentra en su vacío, ese espacio oscuro donde no puede ver, apenas nota como sus amigos están caminando a lo lejos, iluminando todo a su paso. Con su mano intenta alcanzarlos, pero otras personas se suman a ellos y rápidamente la cierra.
No va a intervenir en su felicidad.Por eso evita las llamadas, los mensajes, desactiva el colorcito azul de cuando ve los mensajes. No los bloquea, por si algún día ocurre una emergencia y tocan su contacto primero.
Entre esas cosas pasan muchas más en su primer año de secundaria. Intenta acercarse a sus nuevos compañeros, más a Hinata que parece la persona más buena del mundo. No logra ningún avance, solo un par de intercambios de miradas con Tsukishima.
En segundo año utiliza otras tácticas, como comprarse millones de cosas en el kiosco y luego regalarlas como si no le costara nada. Fue en ese tiempo que terminó de armar su enamoramiento con Hinata, porque sin dudas ese chico era un sol, porque aunque le ofrecía a Hinata lo que tenía, el se negaba sonriente diciéndole que no era necesario.
Hinata era el único compañero que no se aprovechaba de su miseria mental.
También pasó un detonante más, un trauma que le llega hasta el día de hoy. Su cuerpo cambió y no por la pubertad o la adolescencia.
Kageyama, siempre reservado, sin negarse a nada, no decía lo que pensaba. Su cuerpo empezó a hablar por el, pedía atención de una manera bastante especial. Enfermó. Enfermó como nunca, vomitaba con mucha frecuencia, bajó de peso rápidamente y no tenía apetito.
Quedó en cama durante tres meses. Tres meses en los que cometió el mayor error. Hablar con un desconocido de internet.
Le había llegado un mensaje de la nada, en dónde un chico -lo que asumió por la foto de perfil- le preguntaba cómo estaba después de tanto tiempo. Escribió preguntándole quien era, el chico dijo que era un compañero que se fue en segundo de primaria.
Oh, Kageyama sabía que ese chico mentía, sabía que no se conocían. Pero se hayaba tan solo que continuó con la conversación, creyendo que era otra persona como él necesitando un poco de atención así que marcó cualquier número y envío.
Tenía doce años, no pensaba con claridad escusa su error tres años luego.
Después de dos días de charla Kageyama se encariña, se encariña de esos "hola" "¿Cómo estás?" "Buenas noches", pasa un mes para que sea el contacto más frecuente y tengan conversaciones de horas. Seguía en cama, pero ya no vomitaba tanto, tal vez en unas semanas ya esté devuelta en clases.
Toda la farsa de acabó cuando su madre descubrió la conversación. Nunca se va a perdonar por tener a toda su familia en la comisaría haciendo una denuncia en contra del contacto a las tres de la mañana.
De ahí en adelante lo poco que le quedaba lo perdió, tal vez ya no vomitaba, pero no dormía. Lo enviaron con sicólogo al que sigue llendo una vez al mes. Pero ir pierde sentido cuando te das cuenta que le pagas a esa persona para que te hablé bonito.
En tercer año quedó hecho mierda, y ahora en mayo de cuarto año... Tal vez las cosas puedan mejorar. No quiere ilusionarse, pero algo en su corazón le dice que las cosas no pueden estar peor.
Aprieta sus labios con fuerza cuando ve un estado de Kindanchi abrazado del hombro con un chico sonriente.
ESTÁS LEYENDO
Único ¡! Kagehina. Hinakage
FanfictionCuando Kageyama empieza a apreciar a Hinata desde lejos, olvidándose de todo lo demás, siente como su presencia se desvanece... Una voz en su cabeza, su conciencia, su autoestima, no le permiten acercarse. Mira como Hinata obtiene amigos, mientras e...