Buenos recuerdos.

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Cuando alguien presta mucha atención a los demás es porque se la está quitando a si mismo. Porque cree que no la necesita. No es que se sienta superior o completo. No, lejos de eso. No quiere meterse dentro y mirar si falta algo, porque intuye que no le gustará lo que va a revelarse. Es más, ya lo sabe. Prefiere ocuparse de los otros, amigos o enemigos, porque es más sencillo.






Enmascaran un vacío interno, al que postergan y hasta olvidan. Aunque no se haya presentado evidentemente saben que está allí dentro.

Es una de las cosas que aprendió esa tarde, cuando Tsukishima lo invitó a lo que llamarían una salida con amigos. Que, aunque estuvo sudando como un loco por los nervios todo el tiempo, la disfrutó mucho. Pasaron tres días y aún no se le quitó la sonrisa de la cara.

A su familia tampoco se le quitó la sonrisa.

En una etapa de la salida, dónde se tomaron un tiempo de su vida para pedir un helado para refrescarse en el día caluroso, sus compañeros empezaron a hablar sobre sus inseguridades. O al menos así lo vió Kageyama.

Donde Kunimi y Kindanchi hablaban sobre lo difícil que se les estaba haciendo poder congeniar con los gustos de Oikawa; dónde Tsukishima contó muy brevemente que estaba cruzando una etapa difícil con su familia.

Ya, ni sabía porqué los seguía llamando por un nombre tan frío como lo es "compañeros" porque eran sus amigos.

Si en algún momento le hubieran dicho que Tsukishima planearía tal encuentro solo para que disfrute un poco el día, nunca se lo creería. No mientras su nombre sea Kageyama Tobio. Al final del encuentro no pudo evitarlo, sus lágrimas salieron como cascadas junto con una sonrisa que mostraba sus blancas perlas. Tenia ese brillo en sus ojos deslumbrantes de felicidad.

Para su sorpresa Kindanchi lo abrazó afectuosamente, diciéndole que si lo volvía a ignorar de esa forma le daría una trompada. Rieron y se despidieron, fue la despedida más larga que tuvo en sus últimos años de vida.

El resto del tiempo los mensajes de WhatsApp no faltaron, hablando hasta la madrugada y quitándole las ganas de llorar. Todo iba tan bien que le estaban entrando unas ganas tremendas de gritar por la ventana de la emoción. Últimamente su corazón latía tan desenfrenado que creía que podría morirse de la felicidad en cualquier momento.

Algunos mensajes de Hinata no faltaron, la noche anterior habían estado charlando ¡Y le mandó un buenas noches! Ese mensaje fue con estrellita y captura de pantalla.

Estaba feliz. Y como pocas veces en su vida, se sentía especial. Especialmente Único.

Ya daban las siete treinta de la tarde, haciendo sonar el reloj en su muñeca, al igual que su celular. Un nuevo mensaje. Un mensaje de Hinata. Como siempre, su corazón se desemboca y tiene que cerrar sus labios con fuerza para evitar vomitarlo. Aunque sea un simple "hola" lo pone ansioso, tanto que se le baja la presión a cero y al segundo sube a mil.

Como le encantaría ponerle corazones y diminutivos al nombre "hinata" que tiene en sus contactos, pero si algún día le llegan a revisar el celular sería un desastre.

Hinata 19:31«Siempre que no puedo ver tu foto de perfil pienso que me bloqueaste»
«Me matas del susto.»

Kageyama 19:34«Perdón»
«es que no sé que poner»

Hinata 19:34 «una foto tuya»

Kageyama 20:05 «No cumplo el esterioripo de persona bonita como para poner una foto mía»

Hinata 20:06 «Mentira ¿Acaso nunca te viste en un espejo bakayama?»

Bakayama.

Bakayama. Bakayama. Bakayama. Que alguien lo mate ahora mismo, porque está siendo torturado de toda la felicidad que sintió. Fué como una ola gigante o un tsunami de sentimientos que le pegaron con fuerza contra su cuerpo. Le puso un diminutivo, básicamente para insultarlo en joda, pero le puso un diminutivo y con eso es feliz para toda su vida.

Único ¡! Kagehina. HinakageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora