Salchipapa

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Te miraste en el espejo del baño, bajo la luz mortecina que emitían las bombillas del techo. Tenías la cara algo mejor, sin ojeras y más luminosa. Habías decidido no maquillarte, preferías ir natural, y tu ropa era bastante normal; unos vaqueros anchos y de color gris, con tus zapatillas planas, una camiseta-jersey de cuello alto (no hacía precisamente calor) y una chaqueta de punto a cuadros marrones y negros. No te gustaba llamar la atención.

Habíais quedado dentro de una hora en una calle, pero tú no podías esperar más. Elegiste una mochila pequeña y de color negro y metiste lo necesario, y sin demorarte, saliste de la habitación. Recorriste el pasillo de tu piso del hotel mirando las paredes y reparando en las cámaras de seguridad, que vigilaban tus movimientos. Bajaste la cabeza hasta que llegaste al ascensor, donde dejaste pasar a la señorita de la limpieza Steisi, que salía en aquel momento con su carro. Esta pasó rápidamente murmurando "gracias" y se marchó.

Llegaste a la planta baja y fuiste directa a la salida. Un botones te saludo al pasar pero tú no lo oíste, y cuando alcanzaste la puerta corredera, empujaste a una señora que empezó a agitar su bastón hacia ti. Ignoraste todo y a todos y al salir te detuviste un instante antes de echar a andar en dirección opuesta a la que debías tomar. Preferías tardar más en llegar y dar un paseo a llegar y tener que esperar demasiado.

Cuando habías andado unos quince minutos, y alejándote del lugar donde habíais quedado, empezaste a tomar calles que te llevaban de vuelta. Ibas a doblar una esquina cuando estuviste a punto de empujar a alguien que iba en la misma dirección que tú. Cómo no, pensaste; Era Raúl. Él no se había percatado de que andabas a sus espaldas, así que simplemente ralentizaste tu paso, intentando no mirarle el culito, y cuando tuviste que girar por otra calle y él parecía ir a seguir, lo adelantaste por la derecha y casi echaste a correr sin mirar atrás. Tenías la sensación casi física de su mirada en tu nuca, que además no desaparecía conforme te alejabas. Aceleraste aún más. Por desgracia, unos metros más adelante no había más salida que un paso de cebra con semáforo, que estaba en rojo; La calle no era importante pero el tráfico era considerable, así que no podías saltártelo. Tu pulso se aceleró, tanto deseando como rechazando lo que estaba a punto de pasar. Incluso cerraste los ojos y pediste; que no se acerque, que no se acerque...

La sensación de una mirada tras de ti se intensificó, y aunque tu cabeza prácticamente daba vueltas y el ruido del tráfico parecía ensordecedor, oíste los pasos de alguien acercándose. En el último instante te giraste de manera abrupta, dispuesta a pegarle un puñetazo o a besarlo con locura, lo mismo daba.

Detrás de ti solo había un señor de unos sesenta años que se puso a tu lado para esperar al semáforo. El resto de la calle, a excepción de una niña con su madre y de los coches circulando, estaba desierta. Avergonzada, te diste la vuelta y cruzaste el paso, que ya estaba libre.

Finalmente llegaste a la calle en la que habíais quedado. Era peatonal, y había un par de bares en los que la gente disfrutaba de la tarde que llegaba a su fin. Ella no estaba en ninguno de ellos, así que la buscaste en otros sitios. Había diferentes tiendas a lo largo de la calle, una cerrada y dos vacías que probablemente no tardarían en cerrar también. Un poco más allá de una de las tiendas, había un portal iluminado y con un cartel que no leías bien... Entornaste los ojos y viste que ponía Hotel ****. A la izquierda de la entrada, estaba ella observando la calle también. Se te aceleró el pulso. Te fuiste acercando y entonces Sara miró hacia donde estabas, te vio, sonrió, y entró en el hotel.

Sorprendida, la seguiste, separadas por unos diez metros. Cuando entraste tú, justo te dio tiempo a ver como desaparecía por una esquina, la cual al parecer daba a unas escaleras. Subiste tras de ella, y viste cómo en el segundo piso entraba por la puerta. El pasillo del segundo piso se parecía bastante al de tu hotel, pensaste. Las escaleras se encontraban al final de este, y cuando llegaste ya no la veías. Angustiada recorriste el pasillo en la única dirección que te fue posible, y entonces a tu derecha notaste que la puerta de la habitación 420 estaba entornada. Entraste.

La distribución de la habitación en la que entraste era prácticamente igual que la tuya; un baño a la derecha de la entrada, seguida por una especie de cocina incompleta, una pequeña sala de estar, y una puerta que daba a la habitación.

Ella te esperaba sentada en la cama. Te miró divertida y se desabrochó un botón de la camisa...

 Te miró divertida y se desabrochó un botón de la camisa

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Abduzcan - Fanfic AuronplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora