Capitulo cinco: "Suerte"
Un total de seis meses habían pasado. Las cosas entre ambas personas seguían exactamente igual, la relación de ambos se basaba en peleas, discusiones, y por contradictorio que suene, ayudarse mutuamente.
Cuando Cinco le pidió a Anthony que fuera en busca de comida, debido a que las provisiones comenzaban a agotarse, nunca imagino que el mayor llegaría con un montón de heridas y cortes en prácticamente, casa sector de su cuerpo. Tony también traía entre sus brazos un montón de envoltorios de chocolates, pero eso parecía lo de menos al volver con un estado deplorable en comparación al que tenía en la mañana de ese mismo día.
Anthony se balanceaba de lado a lado, sangre resbalaba de su nariz, un montón de tierra le cubría y una gran cantidad de cortes parecían reposar en su cuerpo. Lo más impactante que Cinco vio, fue el gran charco de sangre que bajaba desde su cabeza, sin ningún rumbo en específico, haciéndole compañía al montón de polvo que parecía vivir permanentemente en su cuerpo. Casi de inmediato, al observar la circunstancia, el joven dejo de lado aquel libro en donde anotaba sus ecuaciones, y se encamino al adulto, quien no espero a que Cinco llegara, para sonreír y dirigir una pequeña mirada a los envoltorios entre sus brazos, dando a notar el orgullo que sentía al tenerlos.
—¿Ahora que paso? —. Intimidante, el quinto inicio la conversación.
—¿Qué de qué?, cara de ponqué —. Respondió adormilado el mayor, Cinco tuvo la sensación de que no faltaba mucho para que este se desplomara en el suelo.
—Ay, no sé porque intento tener una conversación real con un tarado. Bien, siéntate, hablaremos al respecto más tarde —. Con molestia en su voz, el menor tomo la mano de Anthony y lo dirigió a una pila de escombros que simulaba ser una silla. El mayor se dejó guiar, confiando ciegamente en el joven. —¿De dónde sacaste esos chocolates? —. Dudoso, cuestiono el de ojos verdes.
—Me duele la cabeza... —. Murmuro el más alto, tardando mucho más al pronunciar la última "a". —Había una tienda... Y luego la tienda hizo plop —. Contesto Anthony, mientras una pequeña sonrisa se presentaba en su rostro. Cinco tomo una botella de agua con gas, y la derramo en la cabeza del contrario, quien jadeo de dolor ante la sensación. Sin entender, el joven decidió dejar de insistir en la conversación, con el firme pensamiento de cuestionar al impropio una vez este recuperara la cabeza por completo.
—Siento que su cerebro, finalmente, se evaporo. No sería una sorpresa —. Formulo la mente del menor, haciéndole sonreír de medio lado por un instante.
Cuando el agua se deslizo por el rostro del mayor, la herida por fin se permitió ser vista. Era un corte enorme, que iba desde el musculo frontal hasta el cigomático mayor, pasando por parte de su frente y deslizándose hasta la mejilla, era lo suficiente profundo como para lograr que Cinco se preocupara ante la situación. Después de todo, no había mucho que ambos pudieran hacer, estaban atrapados y sin el botiquín más básico de auxilio como para manejar una circunstancia como esta.
Cuando Anthony finalmente perdió la consciencia, dejándose ganar por el cansancio, Cinco no pudo hacer más que abrigarlo con absolutamente todas las mantas que tenían y prender una fogata lo suficientemente cerca al señor para que no muera de frio.
Aunque el chico no lo admitiera, realmente estaba esperando con todas sus fuerzas que el destino se ubicara de su lado y no permitiera que el opuesto simplemente se entregara a los brazos de la muerte.
—Sobrevivió a un apocalipsis... ¡Esto no es nada! —. Susurro para sí mismo el muchacho, en un vago intento de tranquilizarse, que funciono con mucha efectividad.
La noche hizo acto de presencia, y con esto, el más bajo permitió que el sueño le consumiera en medio del frio al no tener con que abrigarse, aun cuando no estaba muy seguro de dejar sin supervisión a Tony.
Cuando el más pequeño abrió sus ojos a la mañana siguiente, no pensó encontrarse con lo que parecía un canguro humano emocionado. Anthony saltaba de lado a lado, con una enorme sonrisa que parecía burlarse del mundo al continuar vivo. Lentamente, el joven se incorporó, aun curioso por el interesante despertar el contrario.
—¡Despertaste!, ¡mira todos estos chocolates que encontré!... ¡Son el cielo!, ¡te aseguro que te van a encantar! —. Comenzó a hablar Tony mientras saltaba feliz con los envoltorios de chocolate, observándolos como si fueran lo más hermoso que existía en el mundo. Ha paso rápido, se acercó a Cinco, quien con impaciencia, le observaba. Tony le entrego uno de los "maravillosos dulces". Cinco podría afirmar que los ojos del contrario brillaron mientras que se ponía el dulce en la boca.
—Creo que están dañados. Saben terrible —. Sincero, contesto el muchacho mientras mantenía la mirada fija al mayor, quien no tardo en borrar su sonrisa e intimidarse. Rápidamente, Tony tomo uno y lo metió a su boca justamente luego de sacarlo del envoltorio.
Si, estaban dañados.
–¡No puede ser!, ¡El comercial decía que nunca se iban a pudrir! —Desesperado, contesto el mayor.
—Bueno, no siempre lo que sale en la televisión es verdad —. Afirmo Cinco con molestia mientras le observaba de reojo.
El color del rostro del mayor pareció desaparecer totalmente, su rostro se arrugo y su garganta comenzó a doler. Después de todo, para conseguir esos chocolates, se metió en una tienda que poco después de estar ahí, se derrumbó. ¡Se sentía estúpidamente mal!
—¡Vamos a morir!, ¡vamos a morir!, ¡quiero a mi mami!, ¡mamá...! —. Comenzó a gritar Tony, dejando a la vista su lado más infantil.
El digito suspiro resignado para después, comenzar a encaminarse a cualquier otro lugar lejos del de ojos marrones.
Aunque de cierta forma le divertía.
Le divertía mucho.
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R A T T R A P É || Number Five.
RandomR A T T R A P É "Sin duda, te has convertido en la persona más importante de mi vida." En donde Anthony es todo lo que Cinco tiene. O... En donde Cinco es la razón por la que Anthony no se vuelve loco. "Aparte de ti, soy la única pers...