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— Jinyoung, necesito un favor. —dijo Mark entrando al piso donde tenían los cubículos. Alzo su vista para poder mirarlo con detenimiento y así darle a entender que le estaba prestando atención. — Más que un favor, un consejo. ¿Soy del tipo que conquistaría a alguien? —se señaló a sí mismo. Él era delgado, para nada atlético pero muy bien parecido, tenía unas facciones maravillosas y su cabello era dorado cual sol. Siempre cargaba consigo una mochila de cuero y sabía cosas que nadie más podía siquiera imaginar. Tenía muy buenas cualidades para la mujer correcta y eso le hizo sonreír, ya que las burlas de Nayeon habían hecho efecto en él.

— Sí, cuando encuentres a la mujer perfecta asegúrate de traerla. Youngjae y yo le daremos una charla sobre qué pasaría si te rompe el corazón. —se encogió de hombros regresando a su informe y él carraspeo su garganta para llamar su atención.

— ¿Y qué pasaría si ella rompe mi corazón? —pregunto confundido, Jinyoung se recargo en su silla y cruzo los brazos por debajo de su pecho.

— Bueno, trabajamos con el FBI. Sabemos cómo esconder un cadáver. —sonrieron juntos y él se fue a instalar en su escritorio, que estaba ubicado al dos del suyo. Se concentró en terminar el informe sobre el caso anterior, varias muertes infantiles por un maldito pederasta. Sintió una mirada pesada así que levanto los ojos y pudo ver a Jaebeom, su compañero, mirándolo desde su oficina. Pudo observar como este se levantó y salió de ésta dirigiéndose a donde ellos estaban.

— Hay un caso y necesito que tú... —señaló a Jinyoung. — Youngjae y Kunpimook vayan conmigo. El vuelo sale a las 9 hacía Incheon. El jefe y Yugyeom nos verán ahí. —lo observó por un instante y suspiro. Jinyoung solo asintió y siguió en lo suyo.

Todo estaba listo para viajar a Incheon. O al menos, esa era la teoría. Maleta hecha, pasaporte bien guardado y teléfono en mano, Jaebeom llamó a uno de sus compañeros para que realizara la compra de los billetes de avión, ya que únicamente se les dio uno de ida al no saber cuánto tiempo les llevaría el trabajo.

— Ya está todo listo... —fue lo único que dijo. — ¿A qué hora sale el primer vuelo? —tras un par de segundos en silencio, su rostro se contrajo, en una mueca de incomprensión. — ¿Cómo dices...? ¿Te estás riendo en mi cara?... Sí. El 10 de enero es hoy y yo me acabo de enterar, ¿no?... Para, para... Es que no te creo, vamos. ¿Me estás diciendo que ni siquiera eres capaz de conseguir cuatro simples billetes de avión? Me importa completamente una mierda que haya una tormenta de nieve para la hora prevista de salida. Maldita sea tenemos un caso. —hubo un silencio. Jaebeom resopló y se revolvió el pelo. — Eres un bastardo, Jongjin. Es más, si no me diera tanta pereza iría caminando solo para arrancarte la cabeza... Quiero cuatro billetes lo más pronto posible. Para mañana. A primera hora. Sí... Inútil. —colgó la llamada y le dirigió una breve mirada a sus compañeros, para acto seguido soltar frustrado. — ¿A que no adivinan quiénes se van a quedar en tierra esta noche?

— ¿Bromeas? —respondió Jinyoung entrecerrando los ojos.

— ¿Me ves con cara de estar bromeando? —dijo, conforme ponía los ojos en blanco. — Tengo sentido del humor, pero tampoco tanto.

— Mira, por mucho que me moleste, tampoco es culpa de nadie. —eso se obligaba a creer. — El vuelo se ha retrasado por problemas del clima o algo así.

Sus compañeros contemplaron a Jaebeom sin mucho interés maldecir a todo ser viviente. Decidieron pues dejarle su propio espacio personal para insultar a regañadientes a todo aquel que se le pasara por la cabeza. Ellos incluido. Mientras, paseó la mirada por las maletas, ya hechas. Otra noche más, encerrados en la angosta habitación del hotel, donde no pegaría ojo e invertiría unas valiosas horas de sueño en dar incontables vueltas sobre la destartalada cama.

Jaebeom se negaba en rotundo a pasar la única noche libre que les quedaba tras haber finalizado su misión de una manera tan agonizante.

— Yo iré a la cama... —habló tranquilo Jinyoung.

— Maldición, por favor, no son ni las diez... —se quejó, cuando volvió a mirarlo e intuyó sus acciones. — ¿Qué tienes, sesenta años?

Jinyoung ignoró las "dulces" palabras de su compañero y exhaló aire por la boca y lo soltó por la nariz.

— ¿Tu único repertorio se basa en algo más que palabrotas, maldiciones o quejas? —le preguntó mirándolo indiferente. — Te pareces a los muñecos esos que tienen una cuerda en la espalda y que cuando tiras de ella sueltan las mismas cuatro frases de siempre. Aunque te digo una cosa: llegas a ser un muñeco y tus fabricantes fijos que se quedan en bancarrota de lo repelente que eres. —al escuchar aquello último Jaebeom abrió sus ojos y lo miró directamente.

Jinyoung apretó sus labios y negó lentamente saliendo del lugar.

Hurt | JJProject [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora