Tenía once años, estaba en último año de primaria; recuerdo jugar como cualquier persona de mi edad, me gustaba reír; recuerdo que no sabía que era estar gorda o que era estar delgada porque no me importaba como me veía o como me veían los y las demás. Pero también recuerdo que un día todo cambió, estaba jugando baloncesto con mis compañeras de curso, recuerdo anotar una cesta, recuerdo que dar ese salto para anotar fue lo peor que pude haber hecho, porque después de eso empezó mi infierno. Después de esa cesta, recuerdo que una compañera me decía: "Estás muy gorda, las niñas bonitas son delgadas", tod@s se empezaron a reír y como si algo dentro de mi se hubiera prendido, supe que había algo mal en mi.
Recuerdo que después de eso empecé con una dieta, mi mamá me apoyo y de hecho la hizo conmigo, no digo que la dieta fuese mala porque no lo era, era saludable y logré bajar un poco de peso. Lo malo era que, primero no lo hice por sentirme saludable, lo hice por ese primer comentario, lo hice porque cuando me dijeron que estaba gorda, llegue a mi casa y lo primero que hice fue mirarme al espejo y decirme "Estas mal", segundo no lo hice por sentirme mejor conmigo misma sino por agradarle al resto de la gente, lo hice por no volver a escuchar risas. No recuerdo mucho pero se que por alguna razón con mi mamá dejamos de realizar la dieta, pero yo aún seguía gorda, en un abrir y cerrar de ojos me di cuenta que tenía una tabla de calorías para revisar todo lo que comía.
Tenía once años, un espejo al lado en el cual me reflejaba varias veces al día esperando que la imagen cambiara; tenía once años y una báscula, de la cual necesitaba que el número que marcara fuera cada vez más chiquito; tenía once años y una tabla de calorías, esperando que lo que comiera no se pasara de cierta cantidad; tenía once años y tenía acceso a internet, donde buscaba dietas milagrosas pero que por error sólo logré encontrarme a Ana y Mía; tenía once años y un cuaderno donde empecé anotar todos los consejos posibles, donde tenía anotado mis medidas y mi peso el cual registraba primero cada quince días, luego pasó a ser cada semana y por último diariamente. Tenía once años y ya había perdido el control sobre mi.