Capítulo 14

606 94 4
                                    

🚨LA ALERTA CONTINÚA 🚨

Los días pasaron y aunque mi cuerpo mejoraba y sanaba, mi alma moría lentamente cada día. A veces intentaba recordar su rostro o su voz, pero no lo lograba. Pasaba los días mirando al vacío, casi no tenía apetito; mi madre y los médicos se preocupaban por mi estado emocional, ellos llegaron a una conclusión:  pasando por una depresión post‐traumatica debido al accidente, yo sabía que no era cierto. Nunca hablé, con mi mamá, sobre lo que pasó con Fluke y no creo que eso sea una buena opción, solo nos causaría más problemas.

Veía poco a mi madre en el hospital, solo iba, se aseguraba sobre la evolución de mis heridas, hablaba conmigo y se iba con el pretexto de cuidar a mi hermana. Un día me dijo que debía atender sus negocios en otro país y eso fue todo, no la volví a ver más por ese lugar.

Los médicos dijeron que había perdido masa muscular a causa de los seis meses inmóvil y que debía hacerlo rehabilitación física para ganar fuerza. Así comenzó ese nuevo proceso que a veces era muy doloroso, ejercitaba mis brazos y piernas, hacía movimientos básicos que a otras personas podían parecerles fáciles, pero que a mi me costaba mucho, en fin, tuve que volver a manejar todo mi cuerpo desde cero.

Luego de algún tiempo logré caminar con apoyo, todos los que me conocían dentro del hospital estaban felices por mi progreso y decían que de seguir así,  pronto me darían el alta, solo necesitaba comer normalmente. Comencé a consumir comida en pequeñas cantidades, los médicos se confirmaron con eso y me ponían nutrientes y vitaminas por suero.

Mi cuerpo se recuperaba con  rapidez, pero no así mi corazón, el cual dolía insoportablemente, no había sanado en absoluto, al contrario cada día empeoraba y era el responsable de meterme en la locura del amor y del dolor.

Estaba en el auto, la noche era tan oscura como podía ser, manejaba sin rumbo fijo, mientras la lluvia caía intensamente y casi no podía ver. De pronto una luz intensa aparece frente a mi y me cega, tomo la mano de la persona sentada a mi lado y...

–¡Nooooo! –me despierto en medio de la noche, bañado en sudor y lágrimas. Mi grito fue tan fuerte que alertó a las enfermeras, quienes entraron rápidamente y me encontraron en medio de un ataque de pánico, temblando, llorando y gritando a más no poder, una de ellas se me acercó y me abrazó, yo me aferraba a ella como si fuera lo único que me mantuviera atado a la realidad y dejé que mis lágrimas fluyeran sin parar, luego el sedante hizo su efecto de nuevo. Noches así se repetían constantemente y parecian no querer detenerse.

A Través De Ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora