Capítulo 20

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Mi corazón latía desesperadamente, tanto que ni podía respirar. Imágenes vagas de el rostro de el amor de mi vida se hizo presente en mi mente, pero a diferencia de las anteriores ocasiones, esta vez mi alma no se rompió en mil pedazos; al contrario, una sensación de paz me inundaba y mi sonrisa no se hizo esperar.

Llegué a casa y como siempre mi compañero me esperaba –¿Qué pasó – preguntó intrigado –¿Por qué traes esa sonrisa de oreja a oreja?

Le conté a mi compañero lo que sucedió en aquel lugar y él me escuchaba atento y sorprendido.

–Creo que estoy enloqueciendo, definitivamente no puede ser él, no puede ser Fluke

–Tal vez solo es una coincidencia, no pienses demasiado

–¿Cómo no hacerlo? Es muy parecido a Fluke, a pesar de las pequeñas diferencias, ese chico es su imagen viva –dije cubriendo mis rostro con las manos

–Tú sabes cual es la realidad, ya no te atormentes más

–Yo... quiero saber más sobre él, lo necesito

Kao solo se limitó a observarme en silencio y sabía que estaba preocupado por mi estado emocional.

Mi única esperanza es que ocurra un milagro, que te traiga de nuevo a mi.

Días después...

Caminé hacía él parque con la intención de pintar algún cuadro al aire libre. Me senté en una banqueta y saqué mi, lienzo, mis pinturas y mis pinceles; comencé mi cuadro con un pequeño boceto de una mariposa, cuando sentí que alguien me tocaba el hombro, interrumpiendo mi concentración.

–Eh... disculpa

Me volte hacía la persona que habló –¿Ohm? –dije sorprendido –no esperaba verte aquí

–Ni yo a ti

–Vine aquí porque necesitaba despejarme un poco

Vi que se sentaba a mi lado.

–¿Pintas?

–Si, siempre me gustó hacerlo –dije sin despegar la vista de mi trabajo

Las horas pasaron y ya anochecía, pequeñas gotas de lluvia cayeron y en poco tiempo se convirtió en una lluvia torrencial. Corrimos a toda velocidad del parque.

–¡Auch!

–¿Qué pasó, Ohm?

–Mi tobillo... –alcanzó a señalar, tenía una mueca de dolor

Me acerqué y lo ayude a mantenerse en pie. Paré un taxi y subimos a él, me indiqué la dirección a mi casa.

–Disculpa, mi casa aún está desordenada, ven por aquí

Lo guié hacia mi habitación, debo haber perdido la cabeza como para dejar entrar a un desconocido a mi casa. ¡A mi habitación!

La casa se me hacía conocida, excepto por el color; la habitación de igual manera, sentía que ya había estado aquí antes. Sacudí mi cabeza para alejar mis pensamientos.

Me senté en su cama, mientras él me vendaba mi tobillo. Observaba el lugar intentando buscar algún indicio, alguna señal y de pronto lo vi, unos cuadros apoyados en la pared, los mismos que una vez vi y dentro de un cajón abierto, había un dibujo mío, el dibujo que Fluke había hecho hace años.

Un nudo se formó en mi garganta, mis pensamientos se nublaron de nuevo. No... no puede ser.

–¿Ohm? ¿Ohm? –escuché que me llamaban –¿Estás bien?

Reaccioné ante sus palabras, sentí mis ojos calientes.

–Estás muy palido –dijo

–Fluke... –dije abruptamente

Él me miró confundido –
¿Cómo sabes mi nombre?

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