Capítulo 12.

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Con las dulces palabras de Jungkook resonando en sus oídos, Jin descendió las escaleras para enfrentarse a Namjoon. Su corazón latía pesaroso en su pecho. Esto tenía el potencial de ir mal tan fácilmente. De hecho, tenía más papeletas de ir mal que de ir bien.
Pero Jin tenía esperanza. Jungkook se la había dado, y ahora que la sentía, Jin se negaba a rendirse sin pelear, incluso si eso significaba que tenía que enfrentarse al monstruo de sus pesadillas.

Jungkook inspiró profundamente para apaciguar el pánico cuando alcanzó el piso principal. Cuadró sus hombros y miró a otro lado, sus ojos primero fueron hacia Jimin, quién estaba sentado en el suelo poniendo presión en la herida de su pierna.

—¿Estás bien?

Jimin le disparó a Namjoon una mirada.

—Viviré.

Jin miró a Taehyung y Yang Mi, recibiendo una inclinación de cabeza de ambos, antes de finalmente mirar al hombre con el que se había casado.

—Namjoon.

Kim Namjoon parecía sacado de una foto en su traje gris de Armani. Su pelo castaño tenía un corte más corto por los lados y más abundante en la cima.
Parecía un ángel, pero Jin sabía que realmente era un demonio.

—Jin. —Había ochenta y seis kilos de hombre frustrado mirándolo fijamente—. Me has decepcionado enormemente.
Jin inspiró vacilante. Así era normalmente como Namjoon perdía la razón y empezaba a propinar golpes con los puños, por lo que Jin no estaba asombrado de que uno se estampara a un lado de su cara. Refunfuño mientras caía hacia atrás del impacto, su cabeza daba vueltas. La sangre goteaba de su labio partido.

Jin escuchó un bramido detrás de él justo antes de sentir el frío acero presionando su sien.

—No dé otro paso, Sr. Jeon. —avisó Namjoon.

—Lo tocas de nuevo y eres hombre muerto. —espetó Jungkook.

Jin sonrió ante la ferocidad que podía percibir en la voz de Jungkook. Nadie nunca había salido en su defensa antes con tal vehemencia.

Jin jadeó cuando un puñado de su pelo fue agarrado y sus cabeza echada hacia atrás. Podía ver a Namjoon moviendo la pistola de un lado a otro, apuntándole en un momento y luego alzarla en el aire al siguiente.

El hombre estaba lívido. A Namjoon nunca le había gustado que otras personas le dijesen lo que era qué, especialmente si no estaban de acuerdo con las cosas que él quería.

—No tienes nada que decir al respecto. —argumentó Namjoon —. Jin me pertenece. Puedo hacer lo que me dé la gana con él.

—Jin es dueño de sí mismo. —contestó Jungkook.

—Es mi marido.

—Ambos sabemos que no es cierto. —dijo Jungkook —. No sé cómo conseguiste que algún juez estuviera de acuerdo en casalos, pero tú… Oh, ya veo. No era un juez.

Jin miró del uno al otro.

—¿Qué era? —Preguntó Jungkook —. ¿Algún actor que contrataste para hacer el papel?

—Muy bien, Sr. Jeon. —replicó Namjoon —. Eres más listo del crédito que le había dado.

¿En serio?

Jin oyó una risita a su izquierda cuando puso los ojos en blanco.
Probablemente no debería de haber hecho eso, pero estaba malditamente cansado de estar asustado todo el tiempo. Había sido por tanto tiempo, que apenas podía recordar el tiempo en que no estaba asustado.

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