Capítulo 9.

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Jungkook depositó un suave beso en la mejilla de su madre y luego cerró la puerta tras ella y Dae Hyun. Sabía que Jin no quería dejar marchar a su hijo, pero los ojos del hombre no paraban de cerrarse, necesitaría unas pinzas para mantenerlos abiertos.

—Venga, bebé —dijo Jungkook mientras cogía a Jin en brazos y entonces lo depositó en la cama—. Deja que te arrope.

El hombre se dejó caer fácilmente en la gran cama, avanzando hasta el medio del colchón antes de ponerse de costado. Jungkook se sentó en el borde de la cama después tiró del edredón hacia arriba hasta cubrir el pecho de Jin.

—Estoy justo pasillo delante. Dejaré la puerta abierta, para que si necesitas algo por la noche, todo lo que tengas que hacer es llamarme y te escucharé.

Jungkook quería tranquilizar al hombre de que no iba a estar solo frente a sus pesadillas en medio de la noche. Solo estaba a una palabra de distancia.

Jin agarró la mano de Jungkook.

—Por favor, quédate.

Oh, esa no era una buena idea.

—Jin…

—¿Por favor?

Jungkook suspiró. No podía hacer frente a la súplica en la voz de Jin tal como no podía dejar de respirar.

—Déjame sitio.

La sonrisa instantánea de Jin mientras se apartaba, fue recompensa suficiente para que Jungkook desestimara cualquier recelo que pudiera tener sobre estar en una superficie horizontal, con un hombre tan atractivo como Kim SeokJin. Jungkook se sacó los zapatos y luego se estiró por fuera del edredón, sobre el colchón, descansando la cabeza sobre su brazo encima de una de las almohadas.
Jin sonrió mientras se acercaba más. Jungkook soltó una risilla y meneó la cabeza.

—Pareces un chiquillo en su primera noche durmiendo fuera de casa.

—No soy un niño, Jungkook.

Jungkook era muy consciente de ese hecho. Estaba intentando ignorarlo.
Jin ya había sufrido bastante. No necesitaba que un hombre que apenas conocía le tirase los trastos. Necesitaba tranquilidad y seguridad, y un lugar simplemente donde pudiera respirar. Jungkook quería ser el que le ofreciera ese lugar.

Pero también quería muchas cosas más.

—Tu rostro parece estar mejor.

Jungkook puso los ojos en blanco mentalmente. Eso había sonado demasiado suave.

—Los cardenales estarán un poco más brillantes mañana, pero la hinchazón ya habrá empezado a disminuir. En unos cuantos días más debería volver a la normalidad.

—Odio que sepas eso. —Lo había dicho antes, pero necesitaba repetirlo.

Jin inspiró lentamente.

—Es lo que es.

—No es cierto, Jin. Nadie tiene derecho a golpearte.

—Lo sé —le espetó Jin con bastante dureza—. Nunca permanecería con alguien que levantarse un solo dedo contra mí. Simplemente no tuve elección. Cada vez que escapaba, me encontraba.

Un pensamiento surgió en la cabeza de Jungkook y provocó que se le formase un nudo helado en las entrañas.

—¿Namjoon te ordenó alguna vez que te dejaras inyectar algo o que tuvieras alguna clase de intervención quirúrgica en la que fueras sedado?

Las cejas de Jin se curvaron prontamente.

—¿Él qué?

—Dijiste que Namjoon te encontraba de cada vez, ¿correcto?

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