U.M.E.M.A (Un mocoso es mi alpha)

.1.

La alarma suena a las 07:30 A.M. y, como cada mañana, a la alarma de precede unos gemidos de disgusto, pero no por mi parte, sino por los de mi pareja. Apago la alarma y me incorporo, yendo directo a la cocina para poner en funcionamiento la cafetera y colocar la tetera llena de agua al fuego. Después de eso toca ir al baño para ducharse y demás.

Ya aseado y vestido para el día, vuelvo a la cocina para preparar el desayuno. Quito la tetera de la vitrocerámica en cuanto comienza a echar humo y en su lugar coloco una satén para hacer un par de huevos y lo que resta del paquete de bacon; y que no falten las tostadas.

No es hasta media hora después que “el bello durmiente” decide salir de la cama. Aparece en la cocina-comedor en pijama, con el pelo revuelto y bostezando.

— Buenos días... —murmura, antes de inclinarse para darme un beso en la mejilla, para luego dirigirse directamente hasta la cafetera y servirse un café bien cargado.

— Buenos días —le respondo, dejando la taza de té negro en el aire mientras siento cómo sus labios mojan levemente una de mis mejillas con el poco afecto que un chico somnoliento puede profesar a estas horas.

Así es nuestra mañana desde hacía más de dos años, cuando Farlan y yo decidimos mudarnos a mi cuidad natal. Él lo hizo por sus estudios, mientras que yo pasé del bachillerato a trabajar directamente.

A pesar de ser solo unos jóvenes de 20 años, nuestra vida juntos es bastante tranquila y feliz. Farlan y yo hemos sido pareja desde hace más de 5 años y tengo planeado que los sea por otros 5 años más si cabe. Y, a pesar de que ésto sorprenda a muchas personas, el hecho de que Farlan no me haya marcado no significa que nuestro amor no sea real. Sí, él es un alpha y yo un omega, pero ninguno de los dos cree que algo tan salvaje como una mordedura pueda considerarse “romántico”.

— Hoy puede que me pase por tu trabajo. Han cancelado un par de clases —me anuncia Farlan mientras degusta su café frente a mí.

— Intenta no molestarme mucho. La última vez el señor Magnolia me llamó la atención —le advierto, mientras termino de comer la tostada.

— No puedo evitarlo. Cuando estás en tu uniforme te ves tan sexy y adorable a la vez —me dice con un tono de voz provocativo.

— ¿Es un café irlandés lo que te estás tomando? —le pregunto, alzando una ceja.

Farlan se ríe de mi pregunta. Después de aquéllo el desayuno se vuelve más distendido y, como siempre, Farlan es el encargado de lavar los platos mientras yo me preparo para salir. Tomo mi bolsa con mi uniforme lavado y planchado de la noche anterior y me acerco nuevamente a la cocina, para acariciar el cabello castaño claro de Farlan y luego atraerlo por el cuello del pijama para darle un beso de despedida.

— Te estaré esperando a mediodía —le susurro en los labios, con un tono bajo e insinuante, cosa que hace sonrojar a mi novio.

Satisfecho con su reacción, le suelto y salgo del apartamento. Este apartamento se encuentra en uno de los barrios más adinerados de la pequeña cuidad y, si podemos permitírnoslo, es porque lo heredé de mi difunta madre. Mi madre murió en un accidente cuando yo tenía 5 años. Al ser madre soltera, inmediatamente fui a parar a la custodia de mi tío Kenny, el hermano mayor de mi madre, y su esposo Uri, a los cuales quiero como si fueran mis verdaderos padres, aunque mi tío Kenny pueda resultar algo... extravagante.

Ya en el portal, me despido del conserje y de varias vecinas que acababan de regresar de pasear a sus mascotas y salgo dirección a mi trabajo. Nada más llegar a la entrada de los departamentos vecinos me encuentro con una mudanza en pleno proceso, por lo que con algo de fastidio tengo que esquivar a los transportistas llevando pesados muebles al interior del edificio. Al hacer eso, choco sin querer con alguien que transporta una de las cajas, la cual cae pesadamente al suelo. Me doy cuenta que es una mujer joven, y que no lleva el uniforme de los transportistas, por lo que debe ser la nueva vecina.