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—¡Hola, mi amor! —le digo frente a la cámara cuando me acerco a ella para darle un abrazo.
—Hola, papá —responde con su tierna voz de bebé.
—¿Me da un besito? —frunso los labios hacia los suyo. Ella mueve la cabeza en forma de negación haciendo un puchero.
—Bueno amigos, se deben estar preguntando qué carajos ocurre —me separo de ella para mirar a la cámara—Y eso, somos... Somos novios.
—Por veinticuatro horas —agrega ella.
—Ahh claro. Es cierto mamá —digo lo último con una voz boba y reímos— Pero se estarán preguntando tipo ¿Y qué mierda vamos a hacer? ¿No? Tipo ta, somos novios ¿Pero que hacemos acá encerrados?
—Coger —me susurra Nick al oído tapando con la mano su boca a la cámara.
—Pero eso ya lo hacemos —digo en voz alta a lo que reímos— Primero vamos a llamar a alguien, y decirle que volvimos —tomo el celular de la mesa de luz.
—¿A quién llamamos?
—¿Y a quién llamarías primero? —ella se queda pensandolo unos segundos.
—A Titino. Tiene que saber que sus papás volvieron del divorcio —responde con diversión.
—Bueno, entonces vamos a llamar a Valentino. Nuestro hijito perruno —marco un número en la pantalla.
—Porque él tiene su teléfono, claro —se burla.
—Hola —contesta Karina quien parecía estar en la cama con sueño.
—¿Estabas durmiendo, suegra? —digo para darle una señal a lo que Nicole se esconde de la pantalla del celular para reír.
—La siesta de la tarde. Ando enferma —ríe.
—¿Qué te pasó, suegra?
—No, solo moquitos. Un resfríado ¿Ustedes cómo andan? ¿Mi hija?
—Tu hija está acá pero le da verguenza —muestro a Nick en la llamada y el vídeo.
—Hola mami —ríe.
—Hola mi amor ¿Te levantaste mejor hoy? —le pregunta su madre.
—Sí, solo tenía ¿Cuánto? ¿37 no? —me indica a mí.
—Sí 37, un poquito de fiebre —respondo.
—Hija, por favor cuídate mi amor. ¿Tienen medicamentos y eso?
