Capítulo 15

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Felicia se hundió más en la comodidad de la gran almohada. Ella se deleitó con el aroma que lo impregnaba.

El aroma de su araña.

Lentamente se dio cuenta de la habitación que la rodeaba. Máquinas de pitidos, aire frío. Alguien sentado cerca, desconocido. Notaba la fragancia de una mujer, una fragancia muy sutil y compleja. Aunque no era la de su Araña. ¿Por qué olía, sentía y  le recordaba a su Araña está mujer?  Se dio la vuelta y abrió los ojos. Se adaptaron fácilmente a la luz y ella vió el rostro amable de la mujer de cabello castaño rojizo sentada en una silla junto a la gran cama en la que estaba acostada.

–"Te recuerdo."– Felicia arrastraba las palabras, su voz era espesa y su garganta seca. Los recuerdos volvieron a fluir y se levantó de un salto en la cama. Las cálidas mantas cayeron, se acumularon en su regazo y ella comenzó a pasar las manos por su costado.

–"Esta bien. Estás bien, Felicia."–  Dijo la mujer. Su voz era tan amable como la recordaba, pero menos preocupada. Felicia esperaba que eso significara que Penny estaba bien. Sin embargo, no se detuvo con su autoinspección, subiéndose la camisa para mirar su lado izquierdo, donde recordaba haber visto cosas que prefería no haber visto fuera de su cuerpo. Allí no había herida ni cicatriz. En todo caso, la piel que le había faltado ... porque le había faltado, ¿verdad? ... era un tono ligeramente más claro. Estaba bastante pálida desde el cambio, por lo que era difícil saberlo. Pasó la mano por el lugar esperando sentir algo diferente. Dolor o tal vez entumecimiento. Se sintió normal. Sensible, pero no más que el resto de ella.

Se volvió para mirar a la mujer que la miraba. Tenía una sonrisa amable, como si se contentara con esperar hasta que Felicia estuviera lista para hablar. Fue un poco desconcertante. –"¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy? En realidad, al diablo con eso. ¿Dónde está Penny?"–

La mujer enarcó una ceja ante el lenguaje duro, pero lo tomó con calma. –"Soy Pepper Potts. Estás en la Torre de los Vengadores, y Penny está arriba haciendo un muy mal trabajo al intentar disfrutar de su decimoséptimo cumpleaños. ¿Como te sientes?"–

–"¿Penny está bien? ¡Necesito verla!"– Felicia trató de desenredar sus piernas de las mantas para llegar a donde estaba Penny. Su estómago dio un fuerte gruñido y se dio cuenta de que estaba llena de un hambre que la roía. –"Oh hombre. ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?"–

–"Casi siete días completos. Penny estuvo fuera por cuatro de ellos y ha pasado casi todos los minutos desde que se despertó aquí contigo. Ella estará muy decepcionada por no haber estado aquí cuando despertaste."– Pepper respondió con una pequeña sonrisa. –"¿Por qué no te traigo algo de comer mientras te duchas? Después de eso, te llevaré arriba para verla. Tu amigo el doctor Whelan también está por aquí. Insistió en estar aquí para ayudar a cuidarte."–

–"¿Penny estuvo conmigo? ¿No está enfadada?"– Preguntó Felicia, concentrándose primero en las cosas más importantes.

–"Tuvieron que arrastrarla para que se despegará de ti. Si la llamó ahora mismo, dejaría su fiesta y bajaría corriendo. Aunque no voy a hacerlo. Necesitas comer y limpiarte antes de que te distraiga."– El tono de Pepper dejó poco espacio para la discusión. Ella ya estaba levantada y avanzando hacia la puerta. Hizo un gesto hacia la otra puerta de la habitación, –"Ese es el baño, tendrá todo lo que necesitas. Te conseguiré algo de ropa limpia mientras te lavas."–

Felicia se sentó allí por un momento, con la boca aún abierta mientras trataba de pensar en algo que decir. La puerta se cerró de golpe y se rascó la cabeza, arrugando la cara con disgusto al sentir la masa grasienta y enredada que era su cabello. Supuso que la mujer mandona tenía razón en que necesitaba urgentemente una ducha. Se puso de pie, con las piernas débiles y gelatinosas, pero decidieron sostenerla y se dirigió al baño. Cuando entró, captó más del olor de su araña. Penny había estado aquí. Recientemente. Cerró los ojos e inhaló los olores de su Araña perdida. Tenía tantas ganas de volver a verla. Tocarla. Para besarla. Felicia se quitó rápidamente la ropa y se metió en la ducha. La encendió tan caliente como podía y disfrutó de la sensación del agua golpeando la rigidez de sus extremidades y espalda. Se lavó el cabello y el cuerpo y luego su cabello de nuevo. Fue el cielo. O lo sería, si no estuviera hambrienta.

La gata y la arañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora