Matt era una persona increíble. Cada día me sorprendía con algo. Tenía un don o algo parecido.
Si estaba triste con una sola frase me hacía morirme de risa. Con una sola mirada me sacaba una sonrisa.
Cada vez que estaba molesta con algo o triste por cualquier cosa lo notaba.
Y no es que yo fuese transparente y mostrase mis sentimientos fácilmente. Él me conocía. Conocía mis manías, mis gustos, mis preferencias.
Y yo le conocía a él. Prefiere ver una peli con amigos que jugar al fútbol. A la nutella que a la nocilla. Al mar que a la piscina. Prefiere estar un minuto conmigo que uno sin mí . O al menos lo prefería.
Me acuerdo cuando entró en una depresión debido a la chica que le gustaba por entonces.
Ella le había rechazado y él estaba muy triste. Para que se animase un poco nos fuimos juntos a tomarnos un helado.
Pero la suerte no estuvo de su parte aquel día. Se le cayó el helado al suelo y cuando nos fuimos a comer a un restaurante de comida rápida, su comida llego quemada. A esto hay que sumarle el que se cayera por las escaleras al salir.
Lo mejor del día fue cuando me sorprendió con un bolso precioso que me regaló porque sí.
Le di las gracias y me despedí de él.
Y cuando llegué a casa fue cuando pude ver que Matt había dejado una nota en el interior del bolso que decía : Gracias por soportarme, por aceptarme y por ser como eres.
Ese bolso es un tesoro para mí. Pero lo que contenía dentro me llegó al corazón.