Kaji Akihiko no recuerda. No recuerda cuando empezó a odiar la música. No recuerda en qué momento dejó de amar el arte. No recuerda aún qué era lo que lo llevó a dónde está.
Sin embargo, un día común y corriente ya no lo es cuando puede oír. Oír el...
//"In regards to love: Ágape", es una de las canciones del anime Yuri!!! On Ice. Ésta es la versión que más se parece a lo que tenía en mente, ya que es la más "simple" de tocar y se parece más al audio original. No lo pongo arriba de todo por las dudas de que no se pueda escuchar mientras se lee. //
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Kaji Akihiko caminaba por el pasillo de la facultad como si ésta fuera una pasarela.
Un par de auriculares negros conducían hacia sus oídos la melodía en inglés de una vieja canción de rock.
Sus manos hechas puños se encontraban ocultas en los bolsillos de su chaqueta de cuero, una camisa verde con los primeros botones sueltos cubría su torso, usaba unos jeans negros, y sus pies calzaban unas zapatillas deportivas.
Un collar de cadenas sin dije colgaba de su grueso cuello blanco y un cinto café con una cadenilla dorada se ajustaba a su cadera.
Los piercings en su rostro y un moretón en su mejilla izquierda resaltaban aún más su aspecto de badguy, y sus ojos oscuros sólo enfocaban al suelo.
Era evidente su aire desinteresado y cualquiera juraría que si se acercaba a él, acabaría en problemas.
Y con sangre goteando de su cuerpo.
Si, definitivamente nadie quería eso, ya que el rubio emanaba vibras de muy mal humor, como perro rabioso.
Pero debajo de esa fachada de pandillero de Banana Fish, se encontraba Kaji Akihiko.
Un estudiante universitario en sus veintes.
Un chico caballeroso que amaba la música.
Si, la amaba con locura, pero eso era en un pasado reciente.
O quizá no tanto, ya no sabía en qué momento había empezado a odiar el recrear melodías con su violín.
Por eso escapaba golpeando fuertemente el platillo y los tambores.
El pulso era exacto marcado por su pie.
La intensidad aturdía.
No había silencio ni vibraciones.
Al escucharlo te perdías en los movimientos apresurados de sus manos.
Aún más en el sonido.
Y ya no era música.
Era ruido.
Por eso Kaji Akihiko caminaba frustrado por el pasillo de la facultad.
Y digo caminaba, porque tras la batería, la guitarra eléctrica y la fuerte voz del cantante que salía de los audífonos, él pudo oír.
