El comienzo de un viaje.

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"Algunas historias comienzan a la mitad de otras"

Para mi sorpresa, pude ver como aquella flecha impacto a unos centímetros de mi cabeza, confundido y sin entender el porqué, miré directamente a los ojos de Coel, esperando una respuesta la cual, como si leyese mis pensamientos, no tardó en llegar.

—Te creo chico, no cualquiera que esté ante las manos de la muerte sería capaz de mantener tal decisión y valentía si es que estuviera mintiendo.

Al final, tu último suspiro en la tierra de los vivos puede decir más sobre ti, que todos los días que pasaste en el.

—Y bueno Rip, ahora que sé lo que no sabes, quiero saber qué es lo que sí sabes.

—¿Cómo? —pregunté confundido por su declaración.

—¿Qué fue lo que hiciste ayer con aquel conejo cuando te encontré?

—¿Conejo?...

Las macabras imágenes de aquella matanza vinieron a mi mente, retumbando una y otra vez como si de una herida latente se tratase.

—No lo sé, siendo sincero hay un lapso en el que no recuerdo cómo llegué ante ese animal.

—Por favor, ¿me estás diciendo que no recuerdas cómo te moviste a una velocidad la cual ni yo pude notar?

—Es la verdad, solo recuerdo que sentí su presencia, lo mire, y cuando recobré la conciencia ya me lo estaba... —dudé por un segundo si terminar lo que estaba por decir.

—Comiendo —se aventuró a decir al darse cuenta de que yo no terminaría aquella frase —¿sentiste su presencia? —pregunto curioso Coel.

—Así es, no se como explicarlo, pero sentí la presencia de aquel conejo como si lo estuviera viendo directamente a pesar de no tenerlo a la vista.

—Interesante... —dijo aquel cazador el cual podía imaginar cuantas teorías estaba creando en su cabeza —¿no sabes que fue lo que provoco aquella reacción?

Lograba recordar esa sensación que me invadió en aquel momento, aquella sensación que se apodero de mi cuerpo y mi mente.

—Solo se que al verlo sentí, hambre, nada más que un hambre voraz.

Coel me miró en ese momento con una expresión la cual denotaba seriedad y duda, como si imaginase lo que podría ser y al mismo tiempo quisiera dudar de ello por temor a tener razón.

Luego de unos minutos decidió romper su silencio.

—Bueno, no sirve de nada darle tantas vueltas si no sabemos mucho.

El tenía razón, la única persona que podía saber la explicación de aquello era yo, pero en ese momento no la sabía, y si la sabía entonces se encontraba con aquellos fragmentos de memoria que no poseía.

—¿Te puedo pedir algo? —le dije para intentar escapar de aquel tema en el cual no me quería aventurar.

—¿Qué?

—¿Me puedes desatar de una maldita vez? estoy dejando de sentir las piernas.

—¿No te puedes desatar de un nudo tan simple? —dijo con un tono de burla, como si aquel nudo fuese una simple broma para él.

—La verdad si puedo, pero es que el tronco es tan cómodo que prefiero quedarme aquí —estúpido viejo, sácame de una vez, pensé.

—Bueno, si es tan cómodo el tronco entonces te puedo empalar a él con una flecha ¿quieres? —me respondió con un tono desafiante, como si no dudase ni por un segundo en cumplir con su amenaza.

El despertar de las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora