El cazador- Presentaciones.

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"El dolor, el miedo y la tristeza, son compañeros de viaje que sin importar cuanto odies, seguirán siendo necesarios..."

—¿Quién eres, chico?

Era lo único que lograba recordar antes de caer inconsciente en el suelo de aquel bosque, aquella pregunta que provenía de la primera persona que he podido ver desde que desperté en este lugar.

Mientras divagaba en los rincones de mi mente producto del estado de inconsciencia en el cual había caído, logré ver fragmentos de, lo que supuse, era mi vida, fragmentos tan borrosos lo cuales solo me dejaban con mas preguntas que respuestas.

Entonces escuche nuevamente aquella dulce voz, armoniosa como las hojas al viento del otoño y pacifica como el firmamento nocturno. Una voz que llamaba a mi nombre como si esperase que acudiera velozmente a su llamado.

Mire a mi alrededor para encontrar el origen de aquella voz, pero solo había oscuridad en todos lados. Sin embargo, podía notar algo dentro de aquella profunda oscuridad, una especie de estela rojiza la cual me rodeaba lentamente, podía sentir como si el odio fuese materializado en aquella estela y entrase dentro de mí. Decidí seguir a ver hacia donde me llevaba, durante largos minutos caminé en la nada solo guiado por aquella extraña sensación, entonces, lo vi, una especie de enorme piedra negrizca la cual superaba mi tamaño, rodeada de un liquido oscuro con atisbo de un tono rojizo, pero lo mas llamativo de esta piedra era el símbolo que tenia en su centro, símbolo del cual emanaba la estela rojiza que me guió frente a ella.

Mientras continuaba en mi admiración por aquella extraña roca, de un momento a otro, sentí un dolor agudo en mi pecho, ardía como el demonio, como si fuese atravesado por una lanza envuelta en llamas. Mientras me retorcía de dolor, poco a poco comencé a escuchar gritos, gritos de personas las cuales suplicaban, no por vivir, sino por morir, personas cuyo sufrimiento era tan grande que solo buscaban acabar con su vida para dejar de sentir tal agonía.

Apretaba fuertemente mi cabeza, pues el dolor punzante que sentía en mi pecho fue opacado por el dolor que aquellos gritos ocasionaban en esta, solo esperaba poner fin a aquel sufrimiento sin importar como, pero entonces escuche una voz que a diferencia de la que momentos atrás llamaba a mi nombre, era mucho más profunda, una voz de odio, rencor y deseos de venganza, una voz la cual solo me decía una cosa "Vuelve a donde perteneces".

Tras oír aquella frase todo fue distinto, ya no sentía aquel odio que inundaba el vacío de mi mente, no sentía aquel rencor que podía carcomer hasta el alma, no, en ese momento solo sentía dolor, el mismo dolor que siente aquel cuyo corazón tuvo que sacrificar para poder seguir viviendo, tristeza, una la cual te quebraba sin importar cuan fuerte fueses, y soledad, aquella soledad que solo se obtiene al alejarte de todo para poder hacer lo correcto. Sentí como mis lagrimas inundaban mi cara tras escuchar aquella voz, pero cuando por fin logré recomponerme de aquel dolor que ya no me azotaba y me encontraba listo para responder aquella extraña frase, todo se volvió nuevamente oscuridad.

Cuando desperté, me di cuenta de mi actual situación, estaba atado a un árbol sin el más mínimo grado de movilidad en mis extremidades, había caído la noche en aquel bosque y lo único que lograba ver era una fogata a unos metros de mí.

Mi cabeza retumbaba de tal solo pensar, como si aquellos pensamientos vagos de donde estoy y que ocurría trajeran consigo una temible tormenta que amenazaba con destruir todo a su paso, como si fuesen preguntas de las cuales no quería obtener respuesta por miedo a ellas. Entonces logré divisar una silueta dibujada por la luz de aquella fogata, silueta la cual rápidamente recordé a quien pertenecía.

Tenía miedo de que es lo que aquel hombre podría hacerme, miedo el cual fue sustituido por mi curiosidad de saber quién era el, curiosidad la cual rápidamente fue opacada por el sentir de unos pasos que se acercaban hacia mí, podía ver como aquella imponente silueta se dirigía de manera lenta pero decidida hacia mi posición, lo veía moverse entre las sombras de aquel bosque, las cuales, por momentos, eran reveladas por el tenue brillar del fuego de aquella fogata.

A unos metros de mi aquella sombra se detuvo, no podía ver sus ojos, pero sabía que me estaban mirando fijamente, como si intentara descubrir los secretos que guardaba dentro de mí, secretos que para mi suerte ni yo mismo sabia.

Entonces hablo, con la misma voz profunda y calmada de antes.

—Veo que al fin despertaste.

Tras escucharlo solo una pregunta se me venía a la mente.

—¿Quién eres? —pregunte directamente sin titubear.

—Chico, es de mala educación preguntar el nombre de alguien sin dar el propio, ¿no te enseñaron eso tus padres?

Padres, como si recordara algo antes de este bosque.

—¿Por qué debería darte mi nombre? —me aventure a decir.

—Porque si no me das tu nombre y un par de explicaciones te dejare amarrado a ese árbol hasta que la muerte decida llevarte.

Durante unos minutos pensé en mis opciones, pero para mi pesar, el tenia razón, pues por más que intentase soltarme sabía que no podría lograrlo.

—Escucha chico —dijo para romper mi trance —me gustaría alargar esta conversación, pero sinceramente no tengo tiempo para ello, así que o me dirás tu nombre o te quedaras ahí.

Por segundos solo dude, no tenia idea de quien era el y tampoco sus intenciones, pero si quería obtener información él era la única persona que podría dármela.

—Bueno, creo que tu silencio lo dice todo así que hasta pronto niño.

—Ripcor —respondí con la mayor firmeza y seguridad que pude encontrar dentro de mí.

—Con que Ripcor eh, ¿no es un nombre algo inusual? ¿de qué raza eres?

—Humano al igual que tú.

—No lo creo, los humanos no tenemos esos ojos. Escucha chico comenzaras a decirme la verdad si es que quieres que te suelte.

—No sé de qué raza soy —me aventure a decir como si estuviera jugando con su paciencia.

—Bueno, parece que te gusta estar atado así que ahí te quedaras.

Vi como se alejaba de mi lentamente, como si esperase que en el ultimo segundo le dijese la verdad de todo. El problema es que la única verdad es la que ya le había dicho.

—Espera.

Se dio vuelta mirándome como si hubiese logrado su cometido.

—Aun no me dices quién eres.

Me miro a la distancia como si no esperase aquello.

—Me llamo Coel.

Fue lo último que pude escuchar antes de que se volteara y siguiera su camino hacia la fogata, mientras que en un susurro decía lo que seria mi ultima frase antes de caer dormido.

—Con que Coel, y se supone que mi nombre es inusual.


El despertar de las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora