"A diferencia de lo que muchos piensan, el miedo no es malo, ya que a partir de el nacen los valientes..."
Recuerdo aquellos ojos, rojos, como los amaneceres posteriores de las grandes batallas en los cuales el mismo cielo se teñía del color de la sangre, en honor a aquellos que ya no lo contemplarían una vez más. Rojos como la sangre que cada ser lleva dentro de si en cada segundo de su efímera existencia. Aquellos ojos que despertarían el miedo hasta en el más valiente de los guerreros, que escudriñarían en el alma de los más silenciosos solo para encontrar lo que los haría gritar a los cuatro vientos, ojos que traerían locura a los más sabios por el mero hecho de poseer los secretos más ocultos del universo. Ojos los cuales solo me permitían ver una cosa, dolor. Un dolor que carcome hasta el último trozo de tu ser, solo para hacerte saber que, en algún momento, fuiste tan real como él. Un dolor tan profundo y cruel, que te obligaría a vivir cada momento sabiendo que nada ni nadie lo podría apaciguar, pues solo tu serias consciente de él.
A pesar de ello nada es eterno en esta vida, incluso las pequeñas gotas de agua son capaces de calar hasta el corazón de las montañas solo con la ayuda de aquel ser que todos despreciamos ya que su paso no se puede revertir, el tiempo. Pero ¿Cuánto tiempo será necesario para saciar aquellos vacíos del alma que día a día solo te causan dolor? Sin duda, más de lo que cualquiera pudiese tener.
Luego la sentí, aquella dulce voz que repetía mi nombre una y otra vez, movida por el deseo de que no me rindiera ante los brazos de la impasible muerte. Sin saber el cómo ni por qué abrí mis ojos esperando hallar a aquella persona que me llamaba desde lo más profundo de su corazón, pero tal fue mi sorpresa al darme cuenta de que solo había arboles a mi alrededor.
Un fuerte dolor de cabeza se presentó al momento que intentaba recordar en donde estaba y que es lo que hacía en ese lugar. Un hermoso y frondoso bosque el cual poseía un aura de paz y tranquilidad capaz de apaciguar el corazón de hasta la más indomable de las bestias. Intenté moverme y al instante sentí como un cálido césped acariciaba mis pies descalzos, una silenciosa brisa llego a mi rostro mientras movía las ramas de los árboles, las cuales dejaban pasar los rayos del sol.
Cuando mis ojos lograron adecuarse a la luz del día, puede contemplar perfectamente donde me encontraba. Un bosque lleno de vida, donde incluso la más pequeña de las criaturas parecía poseer uno de los papeles más importantes de la vida. No importa en qué dirección mirase, solo podía ver arboles los cuales denotaban una antigüedad única en sus cortezas, pero no así fue lo que percibí con mis oídos, podía sentirlo, el sigilo de las aguas correr por sobre la tierra arrastrando con ella la esperanza de muchos. Instintivamente camine en su dirección, movido por una inagotable sed que me pedía a gritos que la calmase.
Al cabo de lo que a mi parecer sería una hora caminando, inconscientemente como movido por un impulso interior el cual solo me decía que debía caminar, logre llegar al rio, y sin pensarlo dos veces me arroje a sus aguas como quien encontrase la salvación a su muerte. Bebi grandes sorbos de ellas, hasta calmar mi sed. Cuando al fin logre reponerme decidí mirar las cristalinas aguas para contemplar aquello que me dejaría atónito, mi reflejo, pues por mucho que lo intentase no lograba recordarlo. Lo que mis ojos vieron fue a un joven de cabello oscuro y piel trigueña. Una gran cicatriz surcaba mi cara desde mi mentón hasta mi frente, pasando por el lado izquierdo de mi nariz y entre medio de mis ojos, unos ojos completamente blancos sin ningún atisbo de otro color.
Luego de estar durante varios minutos contemplando las facciones de mi cara intente recordar algo sobre mi vida antes de hoy, pero los fuerte dolores de cabeza me impedían hacerlo, mas solo una cosa se venía a mi mente, aquella palabra que repetía esa dulce voz que tiempo atrás me despertó.
—Ripcor.
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El despertar de las estrellas.
خيال (فانتازيا)Mágico, increíble, espectacular, maravilloso. Eran las formas de describir aquel acontecimiento que cambio la forma de vivir en nuestra tierra, Pangea. Un acontecimiento que por muchos siglos que pasen, sus consecuencias siguen sintiéndose hasta el...