El cazador- Respuestas.

25 7 2
                                    


"Aquel que desea olvidar su nombre, es porque se arrepiente de lo que alguna vez fue..."

Podía sentir el frío acariciar mi piel, un frío que me hacía recordar que estaba vivo, podía ver aquella oscuridad la cual ocultaba dentro de si los más grandes secretos que alguien podría imaginar, aquella oscuridad que solo aportaba paz a su camino. Escuchaba aquella voz, dulce e implacable, con la capacidad de que el mundo entero se detuviese solo para contemplar hasta el más mínimo susurro, armoniosa como las arpas del cielo sonando a la llegada de los ángeles, pero también temible como aquellos desastres que aquejan nuestra memoria.

Camine por un oscuro sendero, el cual solo me dejaba ver lo que estaba a unos metros frente a mí, una piedra del tamaño de una persona con una extraña runa en su centro, podía ver como todo rastro de luz se perdía en aquella roca, como si en ella se encontrase la temible entrada al vacío del universo. Me llamaba, no decía mi nombre, pero sabía que me estaba llamando, implorando porque me acercase, como si se tratara de una madre que vuelve a ver a su hijo después de muchos años. Cuando por fin llegué frente a la piedra, pude ver como un extraño humo, negro como las sombras que acechan mi memoria, salía de la roca y me rodeaba. Una sensación de muerte se implantó en mi mente, una sensación terrorífica pero familiar la cual me hacía sentir melancolía por aquello que ya no tengo, y fue cuando volví a escuchar aquella voz diciendo solo una cosa.

—Ripcor.

Al abrir los ojos me di de bruces con la realidad. Ya era de día, seguía atado al mismo árbol en el que me dejo Coel la noche anterior. Al parecer me había dormido después de nuestro breve intercambio de palabras, el cual solo me dejo con más dudas que respuestas, ¿Quién era él? ¿Qué es este bosque? ¿Qué diablos se supone que soy? Mientras me hundía buscando respuestas que tardaría en encontrar, una voz me sacó del trance.

—Parece que no tuviste un buen sueño.

Para mi sorpresa era Coel, quien en ese momento estaba de pie sobre una de las ramas del árbol al cual me encontraba atado.

—¿Qué te hace pensar eso? —me apresuré a responder.

—Hablas dormido chico, y por las cosas que dices deduzco que no fue una buena manera de descansar.

—¿Y qué cosas decía? —pregunte intrigado al saber algo nuevo de mí.

Me miró con cara de sorpresa, pues no esperaba tal pregunta, o tal vez no esperaba que yo no recordase lo que decía.

—¿No las recuerdas? —Y con esto confirma mis dudas.

—Si las recordase no te estaría preguntando, anciano. – le dije irritado al no obtener la respuesta que quería.

—Ja, tienes agallas niño, pero ya no viene al caso hablar de aquello. ¿ahora me dirás la verdad de quién eres y qué eres?

Otra vez el mismo asunto, como si no hubiera dicho la verdad la noche anterior, pobre idiota esperando respuestas que no tengo.

—No tengo mucha paciencia chico, así que esta será la última oportunidad que te daré. —me dijo mientras me miraba fijamente, haciéndome entender que no dudaría ni un segundo en irse y dejarme aquí.

Al diablo con todo esto, ya estaba harto de aquel árbol y aquella estúpida situación.

—Te dije la verdad, me llamo Ripcor y no se que soy. No tengo recuerdo absoluto de mi vida antes del día de ayer.

Me miro fijamente con aquellos ojos verdes, como si esperase que algo dentro de mi le dijese si mentía o decía la verdad, podría decir que hasta incluso veía qué tan rápido latía mi corazón solo para asegurarse de que no le mentía.

—¿Crees que me voy a creer ese cuento? —replicó con tono amenazante.

—No me interesa si te lo crees o no, querías la verdad y ahí la tienes, ahora depende de ti si decides aceptarla. —le respondí con el tono mas firme y seguro que pude tener.

Me miró durante unos segundos, expectante a cada uno de mis músculos esperando a que alguno de ellos me delatara.

—Entonces ¿Cómo es que recuerdas tu nombre?

No sabía que responder pues en ningún momento espere aquella pregunta, después de todo ¿Cómo le dices a alguien que tuviste un sueño en el cual solo podías escuchar como una armoniosa voz te llamaba mientras unos ojos que solo reflejaban miedo y dolor te miraban?

—Es complicado de explicar, pero en resumidas palabras, soñé con que se dirigían a mí por ese nombre. —Al parecer ya se como explicarlo, solo que omitiendo algunos detalles.

—¿y esa mágica voz no te dijo por casualidad que eres? —me pregunto con tono escéptico.

—No, pero cuando la vuelva a escuchar le preguntare y serás el primero en saber —respondí con ironía.

—¿Cómo sé que es verdad todo esto que me estás diciendo? —preguntó mientras esbozaba una ligera sonrisa por mi comentario anterior.

—Ya te lo dije, no me interesa si me crees o no, tu querías la verdad y ahí la tienes.

Pude ver como saltaba de aquella rama para posicionarse frente a mí, a tan solo unos metros, mientras sacaba su arco y con una flecha me apuntaba directamente a la cabeza.

—Ya me hartaste niño, o me dices la verdad o te dejare clavado a ese árbol hasta que los lobos decidan sacarte de ahí a mordiscos.

decidido, me dispuse a encarar a el tipo, sin una sola gota de duda o miedo, después de todo ya me había cansado de esa estúpida escena y si la muerte era lo que me esperaba, pues bienvenida sea.

—Escucha anciano, te he dicho la verdad todo este tiempo, si quieres creerla entonces bien y si no, dispara porque ya me harté de este estúpido árbol y tus malditas preguntas.

—Así que prefieres morir antes de decirme la verdad, tu orgullo como mentiroso no te llevará a ningún lado.

—Ja, la única mentira que diría es que disfruto esta inútil charla contigo, anciano.

—Deberías hacerlo, pues al parecer será la última que tendrás mocoso.

En ese momento vi como Coel soltaba la cuerda de su arco para que aquella flecha volara directamente hacia mi cabeza. Pude ver cada movimiento de aquella punta de hierro que amenazaba con darle fin a mi existencia, como si el tiempo a mi alrededor se detuviera para que pudiera recordar los últimos instantes de mi vida los cuales no eran más de un día y medio.

Mantuve mis ojos en la mirada de aquel cazador, desafiante y seguro, para que recordase que, aunque fuese la ultima vez que nos viéramos, no tendría ningún atisbo de miedo o cobardía frente a una inevitable muerte, más bien, esta sería bienvenida, pues algo dentro de mí decía que no era la primera vez que podía sentir su presencia pisándome los talones.

Escuché como aquella flecha impactaba en árbol que me aprisionaba y solo entonces, decidí dejar de pensar en que quizás podría salir vivo de aquel lugar.

El despertar de las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora