TENDOU & USHIJIMA ー BOSSY

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     —Ah, menos mal estás estudiando diseño gráfico, mon chérie. Hacer chocolate no es lo tuyo.

   La risa de Tendou sentencia al menos la quinta broma que ha hecho desde que se escurrieron al sofá hacía diez minutos. Y le salía tan molesta y jocosa que ya estaba planeando aprovecharse de la venda que cubría sus ojos para meterle alguna tachuela a la boca sin que se diera cuenta. Pero se contuvo. Se contuvo porque así era él. Porque podría lastimarlo seriamente. Porque lo quería y porque si daba pie, tendría que enfrentar una semana de bromas pesadas en la que él se vengaría después.

   Así que prefirió fastidiarlo de otra manera.

   —Ése último lo has hecho tú, Satori.

  —Qué injusto. —se pasa una mano de dedos largos por los cabellos que apenas comenzaban a crecer— ¿no deberías tú también tener los ojos vendados?

—¿Cómo voy a ver lo que comeré y lo que te daré?

—No lo necesitas si confías en lo que hiciste.

  Ahí iba otra vez con el tono provocativo que la encantó la primera vez que lo conoció, pero por el que ahora quería darle un zape.

   El juego era simple: darle de probar al otro los chocolates que habían hecho unas horas atrás. Tan simple que a Satori le pareció más entretenido si se privaban de un sentido en el proceso. Una terrible idea, si le preguntaban a Inari, quien no quería ensuciar el sofá por equivocación.

   Ése mismo día, tras ser encontrada con el pelirrojo infraganti en la cocina hecha un lío de chocolate líquido, habían obtenido una merecida reprimenda. No supo cómo es que las facciones de Ushijima se mantuvieron tan serenas al llegar antes de lo usual y verlos sucios de dulce hasta las cejas, pero su sólo rostro se los ordenó todo: debían dejar reluciente ésa cocina.

  Y claro que lo hicieron al instante. Y claro que lo pagaron después. Por supuesto que tenía rencor porque había sido Inari quien más pagó por ése desastre, mientras que a Tendou no le empezaban a doler las piernas como a ella, e incluso, continuaba cantón.

  A su pesar, tomó el otro pedazo de tela en la mesa enana y obedeció haciéndole un nudo en la parte trasera de su cabeza. Cada uno con una bandeja en el regazo y los ojos vendados. Los bombones ya estaban fríos, no había por qué temer.

  —¿Ya? —Tendou se sintió satisfecho cuando escuchó un sonido afirmativo de quien esperaba ser alimentada. Tanteó su bandeja y estiró el brazo a donde creyó, estaría su boca. Consiguió darle el bombón después de mancharle un poco el mentón. —¿Y bien? ¿Cuál es el veredicto?

   —No sé... Dame otro igual que ése.

  La risita ahogada continuó fastidiándola.

  —No puedo seleccionarlo si no estoy viendo. —obvió.

—Entonces olvídalo. No te quitarás la venda, no seré la única sin poder ver. —Tendou era ocurrente, nadie sabía la cantidad de maldades que se le podían pasar por la cabeza al tener ésa ventaja.

  —Bueno, yo lo fuí hace un rato.

  —Yo no te haría nada malo.  —juró ella. Creyó sentir esos largos dedos dando toques en su rostro para definir el lugar en sus labios como un ciego leyendo Braille, cuando los consiguió, se hincó y pasó un dulce entre ellos.

   Maní y chocolate blanco. El suspiro de impresión halagando el sabor quedó ahogado contra la boca de Satori, quien buscó repentino un beso. Los labios estrellados bailaron por muy corto como para robarles el aire, pero él apenas consiguió separarse dos centímetros, respirando el mismo aliento.

P♡LIAMORIS ーHAIKYUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora