Aquél segundo día de semana daba inicio a su vez al segundo día del mes. Soleado febrero comenzaba haciéndose paso y para Makki era casi familiar el cómo el caluroso viento se llevaba las hojas secas igual que como lo hacía con las personas, de un lado a otro más allá del ventanal del local. Únicamente afuera, porque el movimiento interno se reducía a sólo dos mesas, clientes de compra rápida en la caja y un trío de estudiantes universitarios sentados en la esquina. Tan tranquilo que si se concentraba y apagaba la música suave de ambientación, las hojas crujiendo en la calle serían audibles para él detrás del mostrador.Reposó, claro que lo hizo. Se aseguró del orden en su área de trabajo. Luego en las mesas pulidas debidamente. Los pisos brillando. Pero después de un rato ya no había mucho por hacer para un gerente, y tres horas antes de cumplirse la jornada laboral, él estaba recogiendo sus cosas y su jefe benevolente lo envió más temprano a casa.
Se mentalizó en su departamento. Cocinando. No. Mejor pidiendo un domicilio, somnoliento en el sofá. Algún canal cualquiera en la televisión, algo que dé sueño como Cupcake Wars. A esas horas la programación era un asco, pero no la necesitaría si se encontraba recostado en los muslos de su chica. Quizás alguna siesta después de unos besos y...
—Apenas te ascendieron hace un mes, ¿Ya te despidieron?
Justo en la entrada de su edificio, mirando a ningún lado, su concentración pillada por el airpod apunto de caérsele fue disipada ante ésa voz a media burla. Extrañamente, Mattsun le sonríe con un mechón rebelde en la frente y el sol le da tan de lleno a contraluz que parece santo. Debería estar en el trabajo.
—Duré lo que tenía que durar. —ninguno deja de caminar hasta que suben en el ascensor a su piso, continuando las bromas usuales, y es frente a su departamento cuando Makki recuerda— ¿Tú qué haces aquí? ¿A ti sí te despidieron? ¿Te pusiste nervioso y te reíste en medio de uno de los funerales?
Su novio arquea una de sus gruesas cejas y la sonrisa relajada de siempre no cambia en lo absoluto.
—Se cayó una de las urnas.
—¿Estaba vacía?
—Después de golpear el suelo, sí. —la estruendosa carcajada del pelirrosa lo deja satisfecho de su chiste como para luego desmentir— me dieron el resto del día libre.
Mientras abrían la puerta ambos yacían pensando en cómo aprovecharían la tarde. En los últimos días pocas veces se daban oportunidades así de específicas en las que estuvieran libres para disfrutar con quien usualmente se la pasaba en casa. No era nuevo que al llegar con ella después del trabajo, los ánimos de los tres se elevaran al máximo, aunque sólo se tratara de acurrucarse mirando Harry Potter por vigésima vez en TNT. Y eso estaba bien. Más que bien.
Pero no había nadie.
Ni en la sala, en el baño, o en la habitación.
—¿Dijo que tenía trabajo?
—No que yo haya escuchado.
—Bueno, nene, eres malo escuchando.
Y se sumieron al silencio.
Sin planearlo, Mattsun y Makki se resumieron a dos seres casi inertes en el sofá. Esperando pacientemente. Sin pedir comida a domicilio. Viendo un programa al azar de cocineros para abrir más el apetito, ansiando que la puerta principal se abriera. Y cuando lo hizo, como dos policías en sala de interrogatorio, se cruzaron de brazos para enfrentar a quien cruzó.
Makki policía malo, Mattsun policía re malo.
Iniciaba el interrogatorio.
—¿Dónde estabas?
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P♡LIAMORIS ーHAIKYUU
Fanfiction⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ❛ sin restricciones, vamos a amarnos, ¿por qué debemos limitarnos? ❜ ─ martes, 29 de septiembre. 10:10 p.m ® bokemiaboke.