Capitulo 13

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Mis oídos captan una voz reconocida y al abrir los ojos, una punzada en la parte baja de la espalda me hace quejar.

—Pero.. ¿¡Qué diablos!?— escucho la voz del enmascarado y ladeo la cabeza para verlo con el ceño fruncido— ¿Y ahora qué hiciste, Sarah?— suena angustiado y estoy apunto de preguntarle qué carajos le sucede, pero otra punzada de dolor hace presencia en el vientre y me llevo una mano a este.

—¡Ah!— gimo de dolor. Automáticamente me doy cuenta de lo que sucede al sentir un líquido tibio en mi entrepierna y las punzadas.

—¡Maldito Andrés!— vocifero abrazándome el vientre.

—¿Quién rayos es Andrés?— grita exasperado tocando mi espalda. Supongo que estaba tratando de tranquilizarme.

—Las bolas tuyas— Ironizo sin ganas— ¡Así le llamamos a la menstruación, idiota!

Ya mi paciencia se estaba agotando.

Sin importarme el gran manchón de sangre, corro hacia el baño pasándole pestillo a la puerta.

—¿¡Qué mierda es la menstruación!?— grita el idiota aquél al otro lado de la puerta— te vas a morir ensangrentada ¡Sal de ahí!

—Sólo tráeme toallas sanitarias, imbécil. Ésto es normal en las mujeres—. Digo mientras me introduzco en la ducha luego de haberme quitado la ropa.

Era la primera vez que me causaba tanto dolor.

—Bien, bien— dice apresuradamente y se vá.




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Ya acostada, totalmente aseada y tranquila, me dispongo a mirar hacia arriba. No hay nada mejor que hacer.

De hecho, también me siento resignada. He tratado de escapar incontable veces y termino haciendo el ridículo porque, el bicho raro, siempre me termina descubriendo.

No sé cómo sentirme, no puedo escapar de un maldito psicópata acosador. Ya ni sé qué es lo que más le temo; no poder escapar o esperar qué diablos pasará conmigo.

A veces lloro, río y hasta hablo sóla. Sinceramente el encierro me está volviendo loca. Hasta me he levantado asustada porque temo a desarrollar el dichoso síndrome de Estocolmo, irónicamente sería el colmo.

«Enamorada de mi secuestrador»

De sólo pensarlo me aterra. Aunque lo veo imposible, a parte de aterrarme me dá náuseas. No, definitivamente nunca pasará, ni porque sea ficticio.

Seco algunas lágrimas de mi rostro y saco las piernas de la cama para sentarme. Lloro cada vez que recuerdo a mamá, ya un mes que no la veo y temo cómo se encuentre.

Boris..

Aunque no estábamos en buenos términos la última vez que nos vimos, igual lo hecho de menos. También las ocurrencias de Luke y las donas de Martha.

El Enmascarado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora