He dormido de ratos, el amanecer me toma despierta y me siento como la primera vez que desperté en aquél cuarto extraño. No tengo ánimos ni de levantarme a lavarme los dientes, me siento decaída.
Ignoro cuando tocan la puerta y, minutos después, vuelven a aparecer abriendo con llave.
Mi piel se eriza haciéndome estremecer, y es que aún sin verlo mi cuerpo reacciona ante su presencia cuando el enmascarado entra con pasos precisos. Hoy más que nunca odio lo que causa en mí.
No me atrevo a voltear ni cuando siento que se aproxima para dejar algo en la mesita de noche. Siento su mirada clavada en la espalda y me mantengo en la misma posición. Sabe que estoy despierta pero no se atreve a decirme nada y sale de la habitación.
Visualizo la bandeja que contiene mi desayuno y, justo al lado, reposa la cámara que había olvidado traerme ayer.
Pasan las horas y sigo sin tener la más mínima intención de salir de la habitación. Sigo revisando las fotos por milésima vez durante el día y es lo único que puedo hacer.
Ruedo los ojos al escuchar nuevamente que tocan la puerta. Ésta vez me levanto arrastrando mis pies,.toco la manilla pero no abro.
-¿Qué quieres?- escucho mi voz rara, puesto que es la primera vez que hablo durante el día.
-Hablar contigo- dice el enmascarado al otro lado, escéptico- ¿Se puede?- pregunta cuando no respondo.
Silencio.
No soy capaz de responderle, ¿Eso quiero? ¿Hablar con él? Pero lo que dice a continuación me deja sin habla.
-Lo lamento.
Abro la puerta y al fin lo veo. Se apresura a enderezarse y me parece gracioso pero no me río.
-¿Qué lamentas exactamente?
-Lo de ayer. No quise realmente decir lo que dije, estaba furioso porque creí que..
-Bien-. Digo interrumpiéndolo.
-¿Bien? ¿Eso es todo?- sonaba realmente confuso- ¿Eso quiere decir que ya no estás enojada conmigo?
-Más conmigo misma-. Es lo último que estoy dispuesta a responde. La verdad, agradezco que nos hayamos detenido ayer, pero eso eso no se lo pienso decir.
Él parece entender lo que quise decir, puesto que se queda en silencio por un momento y sólo me mira.
-Déjame entrar- pide, firme.
-No-. Espeto.
Dejarlo pasar es rodear una soga alrededor de mi cuello y no pienso volver a caer.
-Ahora soy yo quien quiere besarte- dice con determinación y aprovechó mi espasmo para adentrarse a la habitación cerrando la puerta con pestillo.
-¿Q-qué?- tartamudeo reaccionando al fin pegando mi espalda a la puerta sintiéndome intimidada ante su cercanía, él lleva una mano justo al lado de mi cabeza para luego inclinarse más hacia mí.
-¿Toda esta pataleta es por no dejarte quitar la máscara para besarme?- pregunta directamente.
-Eres un idiota, claro que no- golpeo su pecho para apartarlo en vano, porque no se mueve ni un centímetro.
-No puedo dejarte ver mi rostro, Sarah- dice tomando con su otra mano.
-¿Tan feo eres?- y es que hacerme la chistosa es parte de mi nerviosismo.
Busca algo en su bolsillo trasero y me quedo viendo con determinación lo que ahora posee sus manos. Es una cinta. Y me quedo en silencio entendiéndolo todo.
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El Enmascarado.
Mistério / Suspense-Quiero verte el rostro- Las palabras salieron de mis labios sin pensarlo. Mi respiración estaba entrecortada-. Quítate la máscara. -No- Su dedo trazó los alrededores de mis labios haciéndome perder en sus caricias-. Nunca me verás, Sarah Fleming. �...