Kageyama volvió a asearse antes de dejar su habitación, esperando a que oscureciera, esperando a la hora correcta para visitar a su pareja. Con su lobo y el despiertos a la par.
Por fin, después de unos eternos cinco minutos se decidió por tocar en la puerta de su pareja, nadie abrió. Su impaciencia y nerviosismo actuaron ¿Y si alguien estaba con él? ¿Y si alguien se le había adelantado? ¿Y si alguien tuvo el descaro de ir a por lo que le pertenecía por derecho? Él fue quien vio primero al pelinaranja, era el quien fabricó un nido durante dos largos día, era suyo, él sería el único con derecho de reclamar ese adorable cuerpo. Y nadie se le iba a adelantar. Con todos esos pensamientos en mente invadió la habitación, empezando a soltar su aroma, para someter a cualquier invasor de su territorio.
Tuvo que descender su ira cuando vio la única escena que podía llegarlo a derrotar frente él. Su omega, su linda pareja estaba en el nido con el que tanto esmero creó, envuelto en su aroma, una cálida sensación lo invadió, y unos celos arremolinaron dentro de él por si alguien se atrevía siquiera a mirar lo mismo que veía él.
Al omega sobre las telas, cubriéndose por una sola camisa, una suya, y una pequeña ropa interior que marcaba su voluptuoso trasero. Sus glándulas salivaron, y su necesidad de morder algo creció.
Tenía que controlarse.
Más le era imposible, no después de saber que estaba sucediendo frente a él, a cámara rápida. La aceptación de su pareja, el inicio de su felicidad, el final de su soledad. No supo cuando estaba a escasos centímetros del nido, ni cuando su mano comenzó a acariciar los cabellos anaranjados del propietario de su felicidad. Quería que ese momento se alargara, que nunca cesara. Podría morir precisamente en ese instante y no le importaría. Llevaba sufriendo milenios enteros y ahora sentía que todo había merecido la pena.
-Alfa- No, eso no podía haber sido un gimoteó, tendría que haberlo imaginado, por eso su cuerpo respondió tan bruscamente. Por eso tembló. Más la atenta mirada de una persona sorprendida negó lo dicho, eso no fue una alucinación, no después de ver ese rostro sonrojado observándolo directamente a él. -Kageyama, yo... lo siento... no debería estar aquí... seguro que se equivocaron de habitación...- divagaba.
-No se equivocaron, esta es tu habitación. - frunció el ceño.
-Pero... el nido... y las... bueno, el aroma...- Enrojeció, incapaz de mencionar siquiera la presencia de tantas feromonas a su alrededor, unas que iban directamente sobre él. Como una droga.
-El nido es para ti.-Eso conmovió a su omega, el alfa lo cortejaba y lo quería, se detestó aún más al saber que aquello no era posible. -¿Puedo entrar?- Hizo énfasis al señalar el conjunto de telas sobre el suelo. Hinata quería, nunca había dejado a nadie entrar a su nido, era algo muy íntimo, pero esta vez se sentía diferente, se sentía bien.
-Si. - No tardó en contestar. Con extremada impaciencia el alfa ya estaba a su costado, mirándolo fijamente, colocándose a su misma altura, ambos recostados, mirándose fijamente, incapaces de siquiera formular una palabra, perdido en sus emociones.
Hinata no se esperó en ningún momento el posesivo brazo del alfa agarrado en su cintura, fundiéndolos en un cálido abrazo, uno que no tardó en corresponderse, dejando entrada directa a su cuello. Una invitación directa para el alfa. Quién no perdió oportunidad para inspeccionar el lugar, lamiéndolo a su paso. Estremeciendo al pequeño.
-No puedes morder. - Le recordó.
¿Cómo qué no? ¿Acaso no lo acepaba? ¿Por qué sino le dejó entrar en su nido?
ESTÁS LEYENDO
EL FESTIVAL DE LA CAZA (KAGEHINA)
FanfictionCada año, cuando cae la primavera, luego de la temporada de apareamiento de los cambiaformas, se preparan para el festival de la caza a las puertas de la primavera, un festival otorgado por los dioses desde antaño. Un festival en el que los particip...