Las últimas maletas fueron subidas a la bonita camioneta último modelo de Aristóteles mientras escuchaban el griterío afuera del estacionamiento por parte de los reporteros que querían estar pendientes de la recién casada pareja parte de las figuras más influyentes en México.
Ari era por fin un reconocido artista que comenzaba a globalizarse y Cuauhtémoc se había postulado como gobernador de la Ciudad de México siendo uno de los candidatos más jóvenes en la historia política mexicana.
— ¿no podrían simplemente esperar a que les demos una entrevista en otro momento? — se quejó el menor — estoy tan cansado de la mudanza.
— tranquilo amor, una sonrisa, dos palabras y escaparemos lo más rápido posible hacia nuestro nuevo hogar — Ari se acercó a su ahora esposo para dejar un beso en la frente del castaño mientras este suspiraba con algo de cansancio.
Cuando la puerta automática de la cajuela estuvo cerrada, subieron a la lujosa camioneta para salir de ahí agradeciendo haber llevado el auto de Temo el día anterior. Los reporteros se amontonaron alrededor de la camioneta para intentar sacar unas cuantas fotos tanto a sus figuras como a las manos entrelazadas sobre la palanca de cambios en el interior del automóvil.
Respondieron unas cuantas preguntas y pudieron partir hacia su nuevo hogar.
Habían decidido comprar la casa menos lujosa de la privada pues no querían algo tan moderno sino algo más hogareño justo como ellos. Suficientes lujos observaban a su alrededor como para estar rodeados de eso en casa también.Incluso porque Ari pensaba que no sería cómodo estar cuidando que sus hijos no se lastimaran.
— ¡Ari! — el rizado salió de sus pensamientos asustándose tanto por el grito como por hacerse la idea de tener hijos con Temo
— ¿q-qué pasa? — preguntó nervioso volviendo a acelerar para seguir su camino
— ¿por qué estás tan pensativo? — lo observó visiblemente preocupado
— nada, sólo estoy nervioso porque no se cómo ser un buen esposo para ti — mintió
— voy a fingir que no me mentiste y cuando lleguemos a casa hablaremos seriamente — suspiró con una sonrisa tranquila y comprensiva.
Cuando por fin estuvieron en casa, dejaron las maletas en la sala y sin aviso alguno Aristóteles levantó a Temo al estilo nupcial para caminar hacia la habitación subiendo las escaleras.
Cuauhtémoc se reía fuertemente debido a la emoción que le provocaban las acciones de su esposo.
— ¡tahi, basta! — se escondió en el cuello del rizado entre risas
— esta es una tradición, Temocles, y no pienso romperla — plantó un suave beso en el cabello castaño del contrario y cuando hubo llegado a la puerta la abrió con un poco de dificultad para adentrarse rápidamente y lanzar al menor hacia la suave y gran cama que yacía en la habitación principal.
Con risas cómplices la puerta fue cerrada con seguro y la cama estrenada.
❣︎
Un mes había pasado desde la mudanza donde el matrimonio aprovechó disfrutar de su estancia en un nuevo hogar. Al día siguiente de haber llegado a casa, se hizo una pequeña reunión para conocer el hogar donde los recién casados pasarían sus días.
Por ahora simplemente se habían encargado de decorar su habitación y parte de la sala, veían películas cada dos noches con palomitas y dulces a su alrededor justo como lo hacían cuando tenían dieciocho.
Sin embargo, para el mes y un poco más, Ari estuvo tan perdido en sus pensamientos como había estado el día que llegaron a casa. Aún rondaba por su mente tener hijos. Incluso cuando revisaban los cuartos de su hogar notaron que había una habitación extra hasta el fondo del pasillo. Aristóteles no pudo evitar imaginarse todo el espacio lleno de juguetes, una cuna, pintado de un color tenue en pastel.
Temo había notado cada expresión del rizado pero con la preparación de la campaña no había podido platicar realmente con su esposo. Hoy por fin tendría un día libre, esperaría a que Ari regresara de la disquera para poder hablar largo y tendido con su pareja.
Cuauhtémoc caminó por la casa llegando a la habitación del fondo, se adentró a la misma mientras daba vueltas observando su alrededor. Sus ojos brillaron imaginando la cuna, los juguetes y a su esposo arrullando un bebé. De verdad se imaginaba tanto formar una familia junto a su marido. Era quizás una nueva meta.
La puerta fue cerrada y esa fue la señal de Temo para salir de la vacía habitación.
— ¡amor! — llamó el rizado
— ya voy tahi — respondió llegando a la sala donde Ari estaba dejando las llaves sobre la mesita de café.
— ¿cómo te fue? — preguntó el castaño enredando sus brazos alrededor de la cintura del mayor quien tomó sus mejillas para dejar un suave beso en forma de saludo
— bastante bien, estamos por acabar el segundo álbum así que ya casi saldrá a la venta — respondió con una sonrisa emocionada
— Aris, creo que debemos hablar de algo importante — se despegó del mismo para tomar sus manos y jalarlo al sillón
— ¿me vas a pedir el divorcio acaso? — el rostro del Córcega fue de total espanto ante la idea
— no baboso, nunca haría eso — le pegó levemente el hombro — es solo que te he visto muy pensativo y quiero saber cuál es la razón para que estés así... ¿algo anda mal?
Aristóteles simplemente suspiró con algo de nerviosismo para luego mirarle a los ojos nuevamente.
— he estado pensado en algo pero siento que creerás que es muy pronto. No quiero acelerar nada porque tú sabes cómo soy, a veces soy algo intenso pero simplemente el pensarlo hace que mi corazón se acelere y me emociono.
— lo que sea que haga que tus pensamientos te consuman, dímelo amor, soy tu esposo y estoy para escucharte porque también soy tu mejor amigo ¿si?
— quiero adoptar — soltó pero lo que menos se esperó es que Cuauhtémoc se abalanzara sobre él gritando de alegría al punto de soltar unas cuantas lágrimas
— ¡Ari, yo también! – gritó feliz mientras lo apretaba
— ¿qué? Dios mío, Temo, te amo tanto — lo apretó hacia sí.
Ambos lloraron un poco ante las coincidencias de sus pensamientos. Adoptarían por fin y esa sería su nueva meta.
❣︎
A la semana de haberse confesado comenzaron a tramitar cada uno de los papeles que requerían para comenzar el proceso de adopción. Cuando los tuvieron en mano, se presentaron para poder comenzar el proceso de adopción que les tomó casi un año de lograr.
Todo ese año se encargaron de convivir con el bebé de tres meses que había sido abandonado clásicamente en una canasta frente al edificio. Lo vieron crecer, lo alimentaron, le enseñaron a caminar y comenzar a hablar. Se encargaron del pequeño como si ya fueran sus padres pero es que así lo sentían. Ellos ya sentían que eran una familia.
Para el tres de julio la llamada que tanto esperaban llegó. Su proceso había terminado y por fin la solicitud había sido aceptada. Aristóteles y Cuauhtémoc por fin eran legalmente padres del pequeño al que habían nombrado Kilian.
Kilian era por fin el tercer integrante de la pequeña familia López-Córcega.
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Segunda parte aquí, lxs amo, besos xx.
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I love you; aristemo
FanfictionSituaciones que nos hubiera gustado ver durante la relación de Aristemo. Entra y echa a volar tu imaginación ♥︎