"Si algo te pasa, yo me muero"

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Aristóteles se encontraba ansioso, vería a su novio por primera vez en una semana pues se la había pasando realizando la mudanza a casa de Susana.

Aunque el rizado quería ayudar a su novio y a la familia de éste, la verdad es que había estado demasiado ocupado ayudando a su madre en la panadería y cuidando a su hermanito. Por esta razón, la pareja no había podido verse el resto de la semana, sin embargo se encontraba emocionado porque hoy Temo vendría a visitarlo.

Su corazón se aceleró cuando llegó un mensaje de la persona que lo traía loco.

"Llego en cinco minutos ❤️"

Aristóteles corrió hacia su espejo acomodándose el cabello y la camiseta, luego salió de su casa para bajar las escaleras hasta la entrada. Justo a tiempo cuando Temo le había mandado un mensaje avisando que ya estaba en la puerta del edificio.

Ambos se sonrieron y el rizado no pudo evitar abrazar efusivamente a su novio.

– lo siento... te extrañé mucho – habló una vez se hubo separado con la mirada gacha y sonrojado

– yo también te extrañé, Ari – sonrió mientras tomaba su barbilla para levantar su rostro sonrojado.

Ambos sonrieron cómodamente para luego entrelazar sus manos y caminar hacia las escaleras. Decidieron subir hasta el piso de Aristóteles y sentarse para conversar.

– extrañaba estas escaleras... bueno, más bien extrañaba estas escaleras contigo... – Temo sonrió

– no pues... gracias por v-venirme a visitar – Ari comenzó a jugar con sus manos en señal de nerviosismo – digo, la neta si extraño q-que vivas cerca...

Temo sonrió y tomó su mano para relajarlo.

– ninguna distancia será lo suficientemente larga para ver al señor Aristóteles Córcega – habló con seguridad

– digo... mientras no te vayas a Toluca sin avisar – ambos rieron

– ¿nunca me vas a perdonar eso verdad? – se burló Temo

– ¡oye! Me dejaste traumado – el mayor hizo un puchero

– ven... – Temo tomó ambas manos de su novio acariciándolas

– han sido días difíciles, hasta embarrados salimos de la fiesta – Ari suspiró recordando la presentación que había tenido en casa de Zac y donde habían sido abucheados y llenados de comida por simplemente ser ellos

– sí pero sabemos que esta no va a ser la única vez que nos querrán hacer sentir así simplemente por amarnos – el castaño suspiró

– supongo que siempre va a ser así – la voz del mayor fue disminuyendo en un tono triste

– hey... que no decaiga tu ánimo – Temo levantó nuevamente su mentón para mirarlo a los ojos – tu mamá y Arqui ahora están bien y en casa, todo está mejorando, buscaremos una nueva forma de lograr que triunfes en tu carrera

– sí, te prometo que no voy a cambiar, no voy a volverme blanco y negro cuando t-todo es mejor a colores – ambos sonrieron sintiendo un burbuja más íntima entre ellos.

Ambos se miraban completamente enamorados.

– y-ya no se que haría sin ti, Temo, no se cómo le hice para estar tanto tiempo sin ti – el menor se sonrojó visiblemente – e-es increíble que seamos novios... s-sentir que tengo un lugar y una persona... mi persona – sonrieron – y sentir que soy amado.

Cuauhtémoc sintió enamorarse otro poco más, creyéndolo imposible pero sucediendo en ese momento. Sin darse cuenta, ambos estaban acercándose poco a poco, nerviosos mientras sus manos se encontraban apretándose fuertemente ante las sensaciones emocionantes de sus cuerpos. Por fin tendrían su segundo beso.

Cada centímetro entre ellos desaparecía hasta que sólo sintieron la respiración del contrario en sus labios. Ari fue el primero en dar el paso, simplemente pegando sus labios suavemente a los contrarios.

Miles de mariposas recorrían sus cuerpos ante la sensación de volver a tener los labios del contrario en los suyos. Fue un simple beso sin necesidad de abrir la boca, un choque de labios que llenó de alegría ambos corazones.

Cuando se separaron, Aristóteles se asustó al ver una gotita de sangre saliendo apenas de la nariz de Temo.

– ¡Temo, recuéstate! – el rizado lo empujó suavemente para recostar la cabeza de su novio en la escalera mientras apretaba la nariz del mismo para evitar que más del líquido rojo saliera

– ¿qué pasa? – preguntó asustado mientras se llevaba un dedo hacia el lugar donde sentía el líquido caer – es tantita sangre, Ari... no te preocupes – intentó tranquilizar a su novio cuando vio su dedo manchado

– no, no, no... si algo te pasa, yo me muero – habló angustiado aunque luego soltaron risitas nerviosas tras darse cuenta que el cuerpo de Temo simplemente había reaccionado ante el nerviosismo de su segundo beso.

Ambos se levantaron para adentrarse en el departamento de Aristóteles y poder limpiar y detener el sangrado de Temo, además de mimarlo un poco para olvidar el susto.

❣︎

Bro, estaba bien confundida por el comentario hasta que noté que Mel se había confundido de escena JAJSJA igual aquí está uno nuevo. Recuerden dejar sus propuestas para nuevos capítulos, este libro es tanto mío como suyo.

Los amo, besos xx.

I love you; aristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora