14. Día de playa

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Alexis corría por la casa. El pequeño hijo de los dos heroes estaba emocionado y entusiasmado. Hoy iba a ser su primer día de playa del año.

Hace nada cumplió tres añitos, y Fargan, su papá, le prometió que irían a la playa junto a los demás chicos.

La pareja todas las semanas, cuando terminaban la jornada de trabajo en comisaría, llegaban a casa, se aseaban y se vestían para pasear a la luz de sol del atardecer por la orilla de la playa. Pero nunca se bañaban, algo que el pequeño quería hacer, pero hoy por fin jugaría a batallar contra los monstruos marinos, o eso decía él.

- ¡Y-yo los derrotaré! - Hablaba Alexis, más o menos ya que aún no hablaba mucho, mientras alzaba una espada en miniatura de cartón, subido a la mesa del salón.

- ¡Yo y mi dragón! - Habló poniendo una mano en la cabecita de Jimmy, quien estaba también subido en la mesa del salón junto al pequeño - Mataremos a la si... ¡sirena mala!.

Alexby quien recién salió de la habitación, miró hacia la mesa viendo a su hijo hablar hacia sus peluches. Rió en bajo y se acercó a él en silencio, agarrándolo y cogiéndolo en brazos.

- ¡Oh no! ¡Un monstruo! ¡Jimmy mátalo! - Gritó Alexis sin resistirse al abrazo de su papi.

- No osas a hacerle nada, criatura extraña, que para mi conocimiento en estos últimos 6 años sigo sin saber que eres - Habló Fargan con tono teatral apuntando a Jimmy con una espada que Alexis le hizo con papel a los 2 años, "protegiendo" a Alexby. El pequeño río.

- Es un lagarto... dragón, gallina - Habló Alexby mirando a su marido con orgullo.

- Para mi seguirá siendo "bicho" - Rió Fargan dándole un tierno beso a Alex en los labios, beso que correspondió el contrario.

Alexis alzó los brazos pidiendo mimos, llamando la atención de su padre, quien no dudó en cogerlo en brazos - Ven aquí ratoncillo - Habló Fargan alzándolo en sus hombros, sentándolo ahí.

- Woow, ¡miradme soy más alto que mordisquitos! - Gritó Alexis moviendo las piernecitas, golpeando con suavidad y ternura los hombros de Fargan.

- Y más fuerte - Dijo Alex colocándose una mochila en la espalda sonriente.

- Siii - Susurró Alexis en bajo, aunque Fargan lo escuchó perfectamente. Ambos padres rieron.

Fargan se agachó cogiendo unas bolsas y volviendo a levantarse con Alexis encima - Listos. ¡Vámonos!

- ¡Espera! - Habló Alex yendo a la cocina - Se me olvidaba la comida - Buscó la tortilla de patatas que preparó y la guardó en la mochila, volviendo con ellos - Okay, ya - Sonrió mirando a Fargan, quien se sonrojó un poco y sonrió de vuelta.

La familia salió de casa y se dirigió animadamente a la playa. Algunos de los demás ya estaban allí esperándolos.
Llegaron al rato visualizando a los chicos, saludándolos. Estaban Vegetta, Rubius, Willy y Kristina. Y cuyos hijos.

- Hola - Saludaron a la vez Fargan y Alex llegando a donde se encontraban los cuatro.

- Hola oficiaal - Habló Brayan, el hijo de Vegetta y Rubius, poniéndose delante de Fargan.

- Hola ratón - Saludó Fargan agachándose y acariciando la cabecita del menor.

- ¿Que tal? - Saludó Alexby a Kristina, dándole dos besos en las mejillas y bajando la mirada a su regazo, viendo a su bebé - ¿Cómo está María? - Habló en tono suave acariciando la cabecita peludita de la hija de Willy y Kristina.

- Muy bien, aquí que no se quiere despegar - Rió Kristina. Willy rió con ella saludando a Alex, ambos riendo.

Alexis se bajó de la espalda de su padre torpemente y adecuadamente fue a saludar a Brayan, María y cuyos padres - Hola señor Willy, hola señora Kri-istina, hola Señor Cura, h-hola señor Vegetta - Saludó.

Los seis miraron al menor y murieron de ternura.

- Ay Fargan, le has enseñado eso al pequeño - Habló Vegetta mirando al menor.

- Que va - Habló Fargan sonriendo, contagiando su sonrisa a Alexby.

Un bonito ambiente se llevaba a cabo ese día. Los heroes hablaban y reían mientras los hijos de las tres felices parejas jugaban al lado de sus padres a la arena, cuando de vez en cuando Fargan, Willy y Vegetta acompañaban a sus hijos al agua.

- Se te nota feliz - Habló Vegetta mirando a Fargan de reojo.

- Muy feliz - Recalcó el chino al lado de sus dos viejos amigos.

- Como para no estarlo... - Miró a su hijo y su marido - Tengo un hijo maravilloso y al amor de mi vida. No se puede estar mejor... - Sonrió mirándolos, recibiendo una sonrisa y palmadita en la espalda de los chicos, antes de ser tirado al agua como niños pequeños, empezando a gritar y mojar a los otros dos a patadas a las olas mientras el sonido de las olas adornaba las risas de las familias.

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