-Entra tú, que eres una chica. Te espero aquí fuera.- Dice al final Marcus.
Ana entra sin ningún miedo, pero cuando atraviesa la puerta, se encuentra el espejo por el suelo en mil trozos, rastros de sangre y una pistola entre el papel tirado por las baldosas sucias. Ana, intentando ser valiente, atraviesa todo el horror hasta llegar a los pequeños compartimentos individuales, los cuales están cerrados y con las puertas manchadas de sangre. Se queda un rato en suspenso. Sólo se oye cabalgar del tren, pero nada más, ni un suspiro.
-¿Marta?- Empieza Ana segura de que su hermana está ahí. Pero no se oye nada. Ana, poniéndose nerviosa, empieza a llamar a todas las puertas gritando su nombre. Todas las puertas están cerradas, menos la última que, al llamar se abre.
-¡Marta!- grita Ana sin poder respirar. Su hermana está tendida en el suelo llorando y ensangrentada.
-¡Dios mío, Ana!- Marta se levanta para abrazar a su hermana con toda la felicidad del mundo. Ana cambia las lágrimas de dolor por lágrimas de alegría al ver que Marta se puede mover perfectamente y la abraza también, no muy fuerte por si le pudiera hacer daño.
Despuésdel momento de reencuentro, Ana va a buscar a Marcus, que aún está fuera esperando.
-¡Marta! ¿Qué te ha pasado?- le dice Marcus ya dentro del servicio del tren.
-Primero tenemos que ir a buscar a papá.- contesta Ana antes de que Marta pudiera abrir la boca. Después, asiente con la cabeza.
La ayudan a levantarse y salen los tres del vagón. Una vez en el compartimento, está Alberto esperándoles. Cuando ve a Marta llena de sangre se sobresalta y grita:
-¡Marta, hija mía! ¡Dónde has estado! ¡Que te ha pasado! ¡Dónde has ido!- dice mirando su ropa otra vez.
Marta se sienta delante de su padre. Marcus se pone a su lado y Ana al lado de Alberto que saca un pañuelo para limpiar la sangre que tiene Marta en las manos y en los brazos.
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La Familia Syroch
Mystery / ThrillerA veces, la vida tiene que cambiar, por mucho que sea magnífica y fácil. Tienes que dejar tu pasado tan perfecto y entrar en la vida real. Esta, mis queridos lectores, es la historia de la familia Syroch.