Completamente solos

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     -Al ver que me había quedado sola en el compartimento, he ido a experimentar un poco el tren –explica Marta-, he llegado hasta un pasillo en el cual no había nadie y estaba todo oscuro, ni una luz. He querido atravesarlo rápidamente porque me daba miedo, pero cuando iba por la mitad, una puerta se ha abierto a mi lado y un viento frío que salía deadentro me ha invadido. Junto a ese viento, había un aroma muy agradable, así que me he fijado más detalladamente en lo que había dentro. Era una sala pequeña con muebles muy viejos. La estancia se iluminaba por la ventana abierta, ya que solo había una candelilla encendida. He querido entrar, porque me parecía que no había nadie. Al atravesar la puerta arcaica, he podido diferenciar un espejo nítido, y me he puesto delante para ver la cara que ponía. Yo, tan concentrada en mí misma, no me he dado cuenta de que había entrado alguien en la habitación. Sin aún haber notado nada diferente, la persona se ha puesto cómoda y escondida para observar qué hacía yo en aquella sala. Cuando he acabado de mirarme, he seguido inspeccionando la estancia hasta que la puerta se ha cerrado con gran fuerza. Al oír el estrépito y al volver a la vida real,  me he acordado de que me había infiltrado en una habitación de un tren.

     -Espera, espera…- le corta Alberto pensativo – ¿estás diciendo que un hombre ha entrado en la habitación y tú no te has enterado?

     -Ha entrado por la ventana. Se ve que debajo de cada ventana hay una pequeña pasadera metálica, con la cual puedes atravesar todo el tren por fuera.- intenta sacar Marta su mejores palabras para poderse expresar bien.

     -De acuerdo, sigue…- contesta su padre pensativo, intentando asemejar la historia.

     -He querido salir de ahí, pero al intentar abrir la puerta, una mano me ha agarrado por detrás. Al girarme, he visto a un hombre vestido de blanco, muy trajeado y con un sombrero verde que, al verlo, me he reído entre dientes- dice Marta riéndose al recordarlo- pero al notar un cosquilleo en la parte inferior derecha del vientre, se me ha cambiado la forma de la cara completamente.- Sus hermanos y su padre la miran intrigados por saber qué pasa con el cosquilleo.- Al bajar la mirada he visualizado una pistola. Cuando he subido la cabeza, era el hombre el que se reía.

La Familia SyrochDonde viven las historias. Descúbrelo ahora