Capítulo 10

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El día había transcurrido como cualquier otro. Hace varios años que eran más o menos iguales. Llegaba temprano, revisaba los protocolos del telescopio, se hacía un café, comía el sandwish que le enviaba su esposa para el desayuno y anotaba infinidad de coordenadas y números que traducían de las imágenes que le llegaban desde el espacio exterior. La verdad es que en un comienzo ser astrónomo le había apasionado. Imaginarse encontrando estrellas, planetas o hasta vida en la infinidad del universo le excitaba pero, con el tiempo se dio cuenta que allá afuera, estaba más quieto de lo que pensaba. Además estaba el nuevo director del Observatorio. Un hombre de unos 55 años que le había encargado más trabajo administrativo del que podía soportar.

A veces salía en una rueda de prensa explicando fenómenos que para el común de las personas; que no entendían del espacio, eran asombrosos, extraños y hasta peligrosos. Otras tantas, había escrito artículos para revistas de ciencia. Pero, sin duda alguna, lo que más odiaba de esos años, eran los grupos de alumnos que venían de visita desde los colegios. No tanto por los jóvenes que no prestaban ni el más mínimo interés en las cosas que se les explicaba, sino, más bien porque él ya casi no estaba interesado en trabajar en aquel lugar. Lamentablemente era uno de los más importantes científicos del mundo Astrofísico, encargado del Observatorio ALMA y no podía renunciar de la noche a la mañana.

Ese día, como cada viernes, se prepararon para recibir a los cursos de un colegio que vendría de visita. Tuvo una pequeña reunión de rutina con los demás funcionarios para repasar las labores de cada uno e indicar el orden en que recorrerían las instalaciones. Dejó listas las coordenadas de observación en la computadora de la torre tres y se fue a almorzar.

A las 2:30 pm llegaron los buses con los alumnos que fueron recibidos por una pareja de guías y él en persona:

— ¡Buenas tardes chicas y chicos! ¡Sean muy bienvenidos al Observatorio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array o ALMA por sus siglas en inglés! Mi nombre es Eugenia, él es mi compañero Daniel y éste caballero es don Dante Carpenter, científico jefe de este enorme conjunto de antenas.

— ¡Buenas tardes a todos! Cómo mi compañera les dijo, yo soy el científico en jefe de ALMA, estoy encargado de la mejora de la cultura científica del observatorio y de escuchar las necesidades de la comunidad científica de todo el mundo para poder ayudarlos a descubrir las bastedades del Universo. Espero tengan una grata visita al complejo y aprendan mucho sobre este fascinante mundo que es la astronomía.

— Bien chicas y chicos, vamos a separarnos en dos grupos, uno será guiado por mí y el otro por mi compañera. No se separen en ningún minuto. Cualquier duda que tengan pueden hacerla saber en cuanto hagamos las rondas de preguntas al final de cada estación del recorrido. ¡Vamos!

Dante despidió a los presentes y se dirigió nuevamente a la sala de computadoras. Todavía tenía un sinfín de correos que contestar pero, contaba con algo de tiempo antes de que llegaran los alumnos nuevamente a necesitarlo.

Finalmente a eso de las 3:30 pm, el primer grupo llegó a la sala donde se podían apreciar las imágenes y datos que llegaban desde el espacio. Los guías explicaron brevemente el trabajo que se hacía en ese lugar, datos duros sobre el lenguaje de ondas que hablaba el espacio y su importancia en la comunidad científica.

Dante recitaba en voz baja; con la mirada perdida en los números y coordenadas de la pantalla de su computadora, el discurso de los guías. Se lo sabía de memoria gracias a que lo había escuchado un centenar de veces desde que llegó al Observatorio. Incluso podía llegar a predecir las preguntas que harían los alumnos. No es que fueran muy complejas pero, el mismo se las preguntó alguna vez en sus años mozos.

Como debía entregar unos informes al director del Observatorio, decidió acompañar al grupo hacia la torre tres, que le quedaba de camino hacia la oficina del director y de paso, ver un rato los planetas y estrellas por uno de los radiotelescopios.

La heroína de IshtarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora