Se escucho un sonido ensordecedor resonar por toda la casa, el viento golpeaba con fuerza las ventanas, parecía que en cualquier momento la casa saldría volando, la pelinegra se aferro a la manta que la cubría y al paquete de galletas que sostenía. Javier la envolvió con fuerza haciendo que ella se apoyara sobre su pecho, subió el volumen de la película tanto como los parlantes le permitían y empezó a hacer comentarios absurdos y graciosos cada 2 segundos tratando de distraer a la chica.
-¿Por qué rayos habla con una tonta serpiente? Sería más interesante hablar con una largatija, esas criaturas si han visto el mundo, o al menos que hable con una serpiente que viva en la jungla.
-¿Y por qué en la jungla?
Había dejado de temblar pero en su voz aún se podía distinguir el miedo.
-¿Y por qué no? Debe de ser interesante, podría contarle chismes de los demás animales.
-Creo que tienes más imaginación que la escritora de los libros.
La chica empezó a reír cada que él hacía un comentario bobo como ese, estaba mucho más calmada y hasta se podría decir que había olvidado por completo el por qué estaban ahí.
Después de terminar la primer película pusieron la segunda, y justo cuando la terminaron el chico se levantó del sofá mirando a una ventana pequeña que servía de tragaluz para el sótano.
-Parece que por fin terminó el huracán.
No se había percatado pero había estado tan entretenida con Javier y las películas que el viento había dejado de soplar y había un silencio por toda la casa, definitivamente el huracán había terminado.
-Fue rápido... - logró murmurar mientras también se levantaba dejando la manta a un lado.
-Bueno, fueron como cinco o seis horas de un fuerte viento, pero si eso te parece rápido, no quiero saber cuanto seria mucho tiempo para ti... -dijo sarcástico el rubio mientras empezaba a subir las escaleras.
-Bueno, a comparación de otras veces que se me ha hecho eterno... Si, fue relativamente rápido.
Subió detrás de él llegando al primer piso de la casa.
-Será mejor que revisemos que todo esté en orden, nunca se sabe si el viento logró romper alguna ventana o algo por el estilo.
-Bien gatita, yo revisaré este piso, tu ve al de arriba.
-Si jefe. - respondió divertida mientras subía las escaleras- ¡Y no vayas a chismear entre las cosas de mi familia!
-¡No lo prometo!
Llegó al segundo piso riendo y empezó a revisar habitación por habitación dejando la suya para el final, todo parecía en orden escepto por una cosa, su habitación estaba extrañamente fría, como si hubiera dejado el balcón abierto en una nevada. Se acercó a comprobar todas las ventanas, pero todo estaba cerrado y el balcón seguía con seguro, seguramente sería culpa del huracán o algo por el estilo, lo dejó pasar y regresó al primer piso frotando sus brazos para entrar en calor.
Fue a la cocina pero no vio al chico, en el comedor tampoco estaba, entonces se dirigió a la sala y ahí lo vio hojeando un viejo álbum. En el se mostraban imágenes de Johana, Michael y Lía, y unas cuantas de Gaia cuando tenía unos 6 o 7 años. Sonrió al ver una foto en especial, en ella se mostraba a sus padres junto a ella y su hermanita en la cima de una montaña, ese día era el cumpleaños de su madre y ella decidió que de regalo quería escalar una montaña muy conocida en el lugar donde ella y la verdadera madre de Gaia crecieron, estuvieron horas caminando pero finalmente llegaron a la cima al atardecer.
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Crónicas De La Guerra Eterna
Teen Fiction¿Qué pasa si descubres que el sueño que has tenido cada noche desde que tienes memoria en realidad no es un sueño? ¿Y si en realidad es lo único cierto en tu vida? Para Gaia, la vida nunca había sido especialmente mala aunque tampoco buena, después...