| EPÍLOGO |

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¡Hola, volvimos!

¿Qué? ¿Creyeron que hasta ahí quedaba todo esto?

Que ingenuos.

Aún falta que hablemos nosotras, pero relatando sólo pura y aburrida verdad.

Agh

—Es posible que nos maten antes de terminar de explicarles, ¿sabes? —pregunta mi amiga.

—Soy consciente... al menos moriremos juntas, ¡al estilo Romeo y Julieta! —recibo un golpe de su parte—. Ouch, oh no...

Primero que nada, deberíamos presentarnos. Después de todo, nunca dijimos nuestros nombres. Seguro que hasta nos inventaron nombres raros para apodarnos, pero tranquilos, es el momento de saber nuestra súper identidad secreta del...

Deja de alargarlo, estúpida —suspira y se aclara la voz—. Yo soy Valentina, mejor conocida como Valen, Val o como quieras decirme. Y ella —me señala— se llama Lux, es medio rara, cuidado que muerde.

La miro mal.

¡Me cagó el momento de suspenso! No es justo.

Como les decía, nosotras fuimos quienes estuvimos acompañándolos en esta curiosa y peculiar lectura. Y es hora de llegar al final, como todo lo que empieza tiene que terminar, este no se hace esperar.

¡Hasta rimó! Soy genial.

—Deja de divagar —me riñe.

Perdón.

Les estaba contando del final, bueno...en resumidas palabras sería algo así: nada fue real, lero, lero, se lo creyeron.

¡Idiota, así no! —me vuelve a pegar—. Deja, les cuento yo —se aclara la garganta.

Narra Valen

Habíamos ido a pasar el día en un pueblo lejos de mi ciudad natal, acompañaba a mi amiga Lux junto a su familia al dique para que conocieran ya que ellos estaban de visita por acá.

Cuando nos acomodamos, su padre y hermano se entretuvieron metiendo los pies en el dique y charlando mientras nosotras caminamos un poco más antes de decidir acostarnos en unas rocas al lado del agua. Desde ahí teníamos gran vista a casi todo lo que conformaba el dique, por suerte, no había crecida hace días así que había poca agua corriendo por ahí.

Estábamos tan concentradas de lo que pasaba a nuestro al rededor que se nos ocurrió inventar una gran historia, para matar el tiempo, ya saben. Es ahí donde nació El Verano Perfecto y sus imperfecciones.

Y empezó la acción.

En frente nuestro, a la derecha, se hallaba un grupo de tres chicos y tres chicas que parecían disfrutar el día muy felices. Los tomamos como los protagonistas de nuestras turbias y maquiavélicas ideas. A su izquierda estaba un chico en una silla de playa utilizando su celular, lo tomamos como un personaje secundario. Al igual que el grupo de cuatro chicos del pararon izquierdo, la pareja de ancianos era una pareja adulta de unos 40 y tantos, y los adolescentes eran más jóvenes adultos que adolescentes en sí. "Julia y Zoe" no se quedaban atrás, solo era una señora con una niña que saltaba por ahí mojando a todos con sus pasos.

Oh, y la mujer pelirroja y el supuesto profesor de educación física nunca fueron reales. Ninguna mujer sexy misteriosa de cabello rojo, ningún profesor joven candente.

Si, solo eran ideas al azar que uníamos entre sí hasta llegar acá, donde raramente terminé explicando yo como comenzó todo. No estaba planeado así, va, nunca planeamos tanto. Solo nos divertíamos divagando estupideces que podían ser ciertas como no. Queda en ustedes creer que pudo haber pasado realmente y que no. Nosotras ya cumplimos en darles un final.

Peculiar, pero al fin y al cabo, un final.

—Emotivo, lloro —finge limpiarse lágrimas falsas.

Salió fallada, perdonen.

¡Ouch! Mi brazo, bruta —me sobo.

—No permito que me difames, perra.

Esto estará para rato, me despido de ustedes.

—¡Adiós! —grita Lux.

¡Chau, gente!

FIN.

El Verano PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora