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Semanas después, Nam ya estaba siendo recogido por Jin para regresar a casa.
Durante el tiempo en el que no estuvieron juntos, hablaron por llamadas, organizaban sus ideas por separado e incluso cambiaron de look (o cerrar ciclos como le decía Taehyung) retomaron el contacto con sus amigos y ahora estaban empacando las cosas que Nam tenía en su apartamento de soltero para llevarlas a su casa. Decidió que vendería el apartamento, él solo lo utilizaba cuando peleaba con Jin y escapaba, actitud que empezaría a dejar, pues sabía que tendría a enfrentar y dejar de huir.
Estaban tomando las cosas con calma ambos se habían hecho daño y ahora, solo quedaba recoger los pequeños pedacitos e ir uniéndolos juntos, Nam decía que era como un trabajo en equipo que fortalecía su relación, Jin decía que era solo un hueco en el camino que pudieron evadir juntos, pero al menos coincidían en algo, que estaban juntos, que eran ambos y que se amaban más que nunca.
Durante las semanas en donde no estuvieron juntos, Jin realmente se detuvo a pensar la idea de dejar las carreras, si era cierto que el momento dentro del auto era único, habían veces en el que solamente las cuestiones de los demás sobre su bienestar lo tenían pensando de mal, no hay nada de malo en vivir en el sentimiento que conlleva las carreras, la adrenalina y el fuerte bombeo de su corazón, pero hay ciertas circunstancias, como verse postrado en una cama, ver a lo que más ama sufriendo por él e incluso la muerte, en las que pensar en el futuro para vivir en el presente, suena lo más lógico. Cuando Nam regresa y lo invita a una cita, ya tiene una respuesta.
Así que cuando el día de la cita llega, Jin espera que su decisión sea la correcta.
Van en su auto, la brisa meneaba levemente el, ahora, cabello rubio de Nam mientras los leves rayos del sol iluminaban su rostro, sus hermosos hoyuelos relucían y el contraste del sol con su morena piel y sus vestimentas blancas, hacían que Jin no se sintiera merecedor de ver algo tan hermoso, su esposo se veía tan precioso sin siquiera intentarlo, Namjoon transmitía ese sentimiento de paz y armonía con solo una sonrisa, como si fuera una taza de chocolate en una clima frio, el dulce de sus favoritos, la melodía perfecta para bailar en la lluvia, el fuego caliente que abraza y quema su corazón, él estaba más enamorado de lo alguna vez podría imaginar.
La cita se llevaba a cabo en las afueras de la ciudad, era en un pequeño bosque habían en sus tiempos de noviazgo, cuando los estudios los estresaban y querían escapar, desde entonces cada que podían iban allí y hacían pequeños picnics en donde pasaban sus tardes hablando y besándose, pero ahora con la vida adulta, era casi que imposible, los picnics se reducían de a poco hasta quedar casi nulos, Jin creyó que volver allí sería muy lindo.
En el momento de bajar y organizar todo, se sentían como si fuera adolescentes de nuevo, la sonrisas tirando de sus labios y el leve brillo en sus ojos son la prueba de ello, es agradable, se siente como hogar, es amor, ese lugar se siente como su amor, después de todo, fue allí su primer beso.
Jin se sienta encima de la manta café, Nam se sienta en su regazo, su mano acaricia el borde de su fuerte mandíbula y sus ojo brillan en amor, el sonido de los labios del moreno contra los otros es suave y dulce, los susurros de amor son casi imperceptibles y pequeñas risitas escapan.
Es realmente agradable.
Nam muerde su labio inferior y casi se desploma, una risa socarrona gorgotea en su garganta y después su regazo se siente tan frio, está sentado a su lado así que no se resiste y lo abraza apretado, su pecho se contrae de la mejor forma posible, el suave y familiar aroma a vinilla y miel lo envuelven y el salto de su corazón se acelere más de lo que debería. El está tan enamorado.
Sus dedos se tuercen sobre las costillas del otro y las carcajadas cálidas no demoran en escucharse, los pozos de amor salen y sus ojos se cierran, ambos terminan exhaustos acostados mirando al cielo con cálidas llamas abrazando sus corazones y un suave beso esquimal.
-Te amo, muñequito.
-Yo te amo más, Jinnie.
La tarde continua entre pequeñas charlas, Jin le recuerda a Nam que se ve precioso rubio y Nam halaga que el morado es su color, comparten bebidas, dulces y una que otra carcajada, los suaves besos nunca faltan y al caer la noche, están sentados, uno detrás del otro, las largas piernas de Jin se envuelven en la cintura estrecha de su esposo y el calor en su espalda se alinea con el de la espalda contraria cuando se inclina y se encuentran, una suave manta los arrolla a ambos y el pavimento lleno de estrellas es un gran espectáculo.
-Dejaré de correr por un tiempo- habla Jin rompiendo el cómodo silencio, Nam se tensa un poco ante la mención del tema y Jin trata de relajarlo plantando besos en la curvatura de su oreja- Lo he pensado y creo que es lo mejor.
-Pero Jin...
-Déjame hablar, Nam- se presiona más contra su espalda, su cabeza se presiona en su hombro y eleva la cabeza, la mirada que le dedica es cariñosa y sabe que puede hablar, lo ama- Yo, bueno, si es cierto que las carreras es algo que amo, también sé que me envolví demasiado en eso, mi vida siempre que entro en ese auto depende de un hilo y ahora cuando literal dependió de un hilo tampoco quise ver la realidad, supongo que me metí demasiado en el rollo, he dejado muchos sueños atrás como el de abrir esa linda cafetería, ¿Te acuerdas? Incluso el viaje a Nuevo York, es decir, hemos ido a Nueva York pero como corredor y represéntate, pero no como esposos, me he metido tanto que olvidé lo importante y yo...Simplemente creo que necesito un tiempo, lo sucedido contigo solo me abrió los ojos, no sé cuanto tiempo será tal vez uno o dos años, pero quiero volver con emoción, siento que ahora lo haría por obligación y no por gusto, yo no quiero eso.
Jin se desinfla, se siente cómodo al hablar, Nam se gira por completo y lo abraza contra su pecho, acaricia sus morados cabellos y los besa, su corazón se siente tranquilo con él.
-Si es lo que quieres, entonces te apoyaré amor, mañana hablaré con los empresarios y con Jimin.
-Te amo Nam, yo...Enserio te amo, gracias, por todo, por ser el mejor esposo y representante.
Se besan, lento, cálido, suave, con amor, saben que hasta ahí quedó el tema, saben que ahí mueren, no hablan más de ellos a lo largo de la noche, solo comparten miradas cómplices y ósculos pequeños, al llegar la noche, ambos vuelven a compartir cama, la luna es fiel espectadora de su juego de amor y desnudez.
