La vida vacía de la Oscuridad (LucxAddie)

Dos

Después de todo, quizá no era raro que Adeline pensara que lo había pasado por alto. No siempre había sido tan cuidadoso con sus palabras como le hubiera gustado.

No, quizá si lo hubiera sido, nada se habría desmoronado...

Una vez le bastó con descuidar sus palabras para que todo su mundo, lo que más había anhelado y disfrutado, se viniera abajo.

Eran palabras que salían con naturalidad de su boca, parecía que sus labios habían adaptado la forma perfecta para decirlas sin esfuerzo: "Ríndete"
Los siglos que tenía de conocerla no le había bastado para saber lo que causaría en ella. Era demasiado terco, demasiado enfocado en sí mismo.

Cuando se dio cuenta de su error, era demasiado tarde. La salida que tomó le pareció la correcta, era ella o su orgullo. Cuando la casa ardió en llamas, deseó haber tomado otra decisión. Pero de nuevo era muy tarde, ella lo odiaba una vez más.

De nuevo se encontraba sólo en el mundo, un mundo que podía modificar a su antojo, pero que le parecía vacío sin ella. Después de tantos años de observar la conducta humana seguía sin comprender cómo comportarse con uno,  cómo anteponer al otro antes que a sí mismo.

Pero no hizo esta última reflexión en ese momento, si no mucho después. Entonces se encontraba invadido por la rabia. ¿Qué era lo que ella quería de él? ¿No comprendía que él servía un propósito en el mundo? Claro que podía modificarlo a su antojo, pero existían condiciones, y la que él le había puesto no era descabellada, era un requisito. Debía rendirse, porque la rendición forma parte de todos los tratos. No le pedía su alma, le pedía aquello que el contrato requería. Sin su aparente rendición no podría haber modificado el trato. Ahora jamás podría hacerlo.

Ella juraba que él no conocía lo que era el amor, él lo sabía. No era un humano, como esos a los que ella adora; pero lo que sentía era real. La necesidad que siente por estar a su lado no era un invento fútil, ni un juego, ni un engaño. A pesar de los siglos, ella tampoco lo conocía a él.
Porque aunque él no sabía lo que era el amor, sabía que cuando amas a alguien eres capaz de renunciar a lo que más quieres por él. Ella no sólo se negó a modificar el trato, su lógica le había hecho pensar que él le había tendido una trampa, otro engaño. Entonces, ella no debía de quererlo, de necesitarlo como él la necesitaba.

Quizá ella no lo conocía, pensó mucho después, porque él no le había dado la oportunidad.
Entonces creó un plan.