Siete

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Adeline.

No comprendía lo que el demonio al que se encontraba atada quería lograr llevándola a lo largo del globo. Sentía que había dejado su corazón en Nueva York con Henry. Quizás su objetivo era justamente eso, que lo dejara atrás.
Pero no lo haría, nunca. No olvidaría a quien no la había olvidado, la única otra alma en este mundo que sabía de su existencia, y que la había ayudado a que los demás, sin saberlo, también supieran de ella.

Su nombre ya no desaparecería, y aunque ella no pudiera decirlo, ahora viviría en boca de personas que no la conocían, o que le a conocieron y ya no lo recordaban. Todas esas personas, pensó, la conocían más que el demonio que tenía a su lado, a pesar de lo irónico que eso era.

Ella, sin embargo, lo conocía a él mejor que nadie, pues estaba segura que nadie había soportado estar cerca suyo tanto tiempo. Y aun así, conociendo sus expresiones y la mayoría de sus sentires, lo había notado distinto de una forma que la perturbaba, pues debajo de su expresión usualmente altanera veía un leve asomo de ansiedad. En los relatos que le contaron de niña nunca sugirieron que los dioses podían sentirse ansiosos, o con miedo, el cual había podido ver reflejado en sus ojos verde musgo.

Su leve cambio de actitud la encontró con la guardia baja; como también se sintió cuando un día, atravesando un bosque de Escocia, Luc, en lugar de contarle una historia que demostraba su amplio intelecto y socarronería cómo siempre, le pidió que le contara sobre las emociones que sentían los humanos.

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Si me dejas un voto, ayudas a una universitaria que sólo quiere titularse a tener motivación para continuar con este bello fanfic 🤸💖

La vida vacía de la Oscuridad (LucxAddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora