Dieciséis

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NOTA: Es recomendable escuchar la canción mientras lees el final del capítulo, o si quieres, puedes escucharla en repetición mientras lo lees

Addie

La mirada en los ojos de Luc, que esperó se tornaran amarillos por la ira, no sólo se volvieron grises como si la vida que no existía en su cuerpo se hubiera drenado, sino que vio cómo se llenaban de lágrimas. Una vez más era capaz de llorar, y en lugar de que le provocara la debida repulsión que esperaba, sólo le dejó en su pecho un vacío. Ambos sabían que él no era un humano, ella sólo había soltado un hecho irrefutable, pero ninguna de las reacciones que esperaba de Luc dieron a lugar; no le recalcó que ella tampoco era humana, y que por eso mismo debía permanecer a su lado, ni tampoco le reprochó que los humanos valoran tan poco su alma que la intercambian por un poco de tiempo y un deseo que termina siendo tergiversado por seres como él. En cambio, se enfrentaba a un ser de tinieblas que se veía como un humano, que la veía con un semblante herido y con lágrimas en los ojos, al verlo así qué fácil era olvidar que no lo era.

Aún siendo testigo de esa escena y de lo real del gesto de Luc, decidió que ella ya no se dejaría nunca más engañar, no quería volver a caer en los juegos ni desafíos que el demonio le ponía para lograr quedarse con su alma. Se repetía eso como un mantra, porque no era posible que lo que él sintiera fuera real. No podía fingir que eso que veía en sus ojos, tras las lágrimas que ahora caían por las mejillas del hombre que estaba frente a ella, era amor. Sabía perfectamente que él no podía sentirlo, pues se lo había demostrado varias veces antes, cuando le decía su definición de amor que no podía distinguirse de la posesión.

Pero escuchó sus palabras, y la dejaron sin aliento. Recientemente, Luc se había limitado a contarle de vez en cuando las anécdotas que llenaban los espacios en blanco de los años que no se habían visto, pero sus pláticas predominaban en las emociones que los humanos sentían, cómo se podían identificar y qué obras de arte eran aquellas que reflejaban más esos sentimientos; ya nunca hablaban de cosas profundas, y pese a que ella le había lanzado varios anzuelos para provocar alguna discusión, o decirle alguna indirecta sobre Henry o sobre su historia, el demonio había sido cauteloso y se había abstenido de darle el placer de discutir. Ni siquiera en el tiempo que estuvieron juntos, tantos años en el pasado, se había sentido tan tranquila a su lado.

Por eso le sorprendió que, en esta ocasión, Luc no ignorara sus palabras, y llorando le pidiera que se calmara. Eso sólo hizo que Addie enfureciera más, y las palabras que soltó se volvían dagas, mientras sentía que tomaba más seguridad de la que había sentido nunca al enfrentarse al dios de la oscuridad. Tal vez porque éste no se veía como un dios, no se veía ya como aquél condenado demonio que la había dejado sin fuego en la cabaña de Estelle, indefensa ante el frío, ni veía en su rostro la determinación y volubilidad que caracteriza a los de su tipo. Llegó a pensar en empujarlo, abofetearlo como lo hizo un día, pero el sentimiento que aceleraba su corazón la detuvo.

A pesar de las palabras que le lanzaba a Luc, se dio cuenta de que la mitad de ellas ya no le importaba. Ya no lo odiaba, pero sabía que tampoco podía amarlo, porque eso era traicionarse a sí misma, cosa que no podía hacer, porque era la única persona que le quedaba. Pero lo sabía, en el fondo sabía que lo amaba, y ya no sólo porque era el único que la recordaba, ni porque fuera el único otro ser en el mundo que pudiera decir su nombre, sino porque él le había demostrado que también la amaba como solo los humanos aman.

Sus siguientes palabras le retorcieron el corazón. Dando gala de quien era, pronunció su discurso con su voz de sombras y seda que le erizaba la piel:

"No te pido que tengas piedad de mí, porque yo no la tuve contigo, no cuando importaba ni cuando la necesitabas. Lo único que te pido es comprensión, si es que en tu corazón encuentras la bondad suficiente para dármela, porque todas esas vidas que viviste, incluyendo la primera cuando aún no me conocías, te enseñaron a sentir todo lo que yo no sabía.

La vida vacía de la Oscuridad (LucxAddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora