Habíamos llegado ya al aeropuerto. La madre de Dani no paraba de darle besos y de decirle que les visitara más a menudo. Lo que hacía era: le daba un beso, le decía alguna cosa, le ponía bien el cuello del abrigo o sacudí una pelusa invisible de este, le daba otro beso y vuelta empezar.
Cuando nos avisaron de que ya podíamos subir al avión, Laura le dio unos últimos abrazos a su hijo y se despidió de mí con otro abrazo y un beso.
-Alma, espero verte pronto.
-Gracias Laura, eso espero, y gracias por dejarme dormir en vuestra casa.
-Ay mujer, pero si ha sido un placer. Tendrás nuestra casa siempre abierta para ti.
-Mamá, si sigues despistando a Alma no saldremos de aquí nunca y nos darán las uvas- insistió Dani.
-Nunca mejor dicho- reí- Bueno, adiós- le di otro beso a Laura y nos dirigimos al avión.
Cuando estuvimos dentro me senté al lado de la ventana y saqué mi mochila donde tenía los libros.
-Dani ¿Vas a dormir?
-Sí- dijo con los ojos cerrados- ¿Por qué?
-Porque yo no voy a dormir y si te duermes no podré salir al pasillo, cámbiame el sitio va.
Aun no me creo que me saliera tan buena excusa.
-Ah, vale.
Cuando nos cambiamos, me senté con los pies subidos en mi sitio y apoyé uno el libro que me estaba leyendo en una de mis piernas.
Todos, o no decían casi nada del Grimorium Verum o explicaban lo que ya había leído en casa de Dani. Ya estaba a punto de darme por vencida, no encontraría nada.
-Va, el último libro y a dormir- pensé convencida de que no encontraría nada.
Este libro estaba ilustrado y hablaba de diferentes símbolos. Entre ellos encontré el pentagrama invertido y todo referente a él, pero lo más interesante fue encontrar otro símbolo. No era un símbolo, si no parte de un sello. Era exactamente igual a la marca sangrante de mi mano.
Había muy poco escrito sobre este símbolo; sólo decía que era parte de un sello de Lucifer procedente del libro Grimorium Verum y que algunos satánicos lo utilizaban como su emblema.
Me miré la mano. Volvía a estar normal.
Un ataque de rabia me azotó y guardé el libro bruscamente. ¿Por qué aparecía y desaparecía? ¿Por qué me sangraba y me escocía cuando le daba la gana?
¿Por qué tuvo que aparecer en mi mano y no en la de otra persona?
-Señorita-me llamó una azafata- Baje los pies del sillón, estamos a punto de aterrizar.
Hice lo que me dijo y con una sonrisa artificial, la azafata rubia se despidió de mí para avisar a los otros pasajeros que estábamos a punto de tomar tierra.
Desperté a Dani para que se abrochara el cinturón y supiera que ya estábamos en casa. Sin dificultad alguna el piloto hizo que las ruedas del avión rozaran el suelo como si de una caricia se tratase y sin darnos cuenta, el avión había parado.
Eran las ocho y media de la mañana cuando llegamos al barrio.
-Al fin en casa…-dije suspirando
-Oye, Al, ¿Te apetecería salir a dar una vuelta por el centro mañana?
-Ah, sí, me parece bien.
El taxi que habíamos cogido en el aeropuerto paró frente a mi casa.
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Ojos dorados (EN EDICIÓN)
Teen FictionAlma, un chica de 17 años que vive en Barcelona descubre por pura casualidad un misterioso libro de tapas negras que hará que descubra sus origenes y el porque de la maldición que recae sobre su linaje desde hace miles de años. Ella, junto a su amig...