Al salir del aeropuerto cogimos un taxi para ir a la posada donde pasaríamos la noche.
En poco tiempo estuvimos frente por frente.
Pagamos al taxista y entramos dentro de la posada. Allí hacía calorcito.
-Hola, buenas noches- dijo Dani adelantándose a mí.
-Hola señor- dijo una chica de veinti pico años- ¿Qué desean?
-Teníamos una reserva a nombre de Alma Castro Baena para una noche.
La chica miró un libro grande y me miró.
-Sí, la habitación 17- nos dio una llave.
-Ohm… Gracias- los dos caminamos hacia la habitación. Abrimos la puerta y vimos dos camas, una mesa pequeña con una silla que estaba debajo de una estantería y un armario grande con dos puertas.
-Mira, tenemos un armario ducha- dijo Dani abriendo una de las puertas del armario.
-Dani, sal del armario- dije con doble sentido.
-Que graciosa…- contestó irónico mientras se miraba en el pequeño espejo que había dentro de la ducha- Pues yo voy a dormir ya.
-Sí, yo también, que tengo sueño…
-Pásame la bolsa de allí, por favor- señaló una de las bolsas de encima de su cama.
La cogí.
-¿Esta?
-Sí señorita, pasa- se la lancé y la cogió en el aire- No entres en la ducha.
-¿Por?
Bufó.
-No voy a dormir con la ropa de calle puesta- y al decir eso, cerró la puerta.
- Tú no salgas hasta que yo te lo diga… Yo tampoco voy a dormir con la ropa de calle puesta- dije sacando el pijama de la bolsa y comenzando a ponérmelo.
-Tú dormirías hasta encima de un árbol, boca abajo y con un mono colgado a la espalda.
-Exagerado… -susurré.
-Te he oído- dijo- Ah por cierto… Roncas.
-Yo no ronco- dije al acabar de ponerme el pijama y picando a la puerta de la ducha con el puño.
Abrió la puerta. Estaba apoyado en el marco de la puerta con aspecto chulesco.
-Pues hoy en el avión alguien casi me arranca el brazo y me deja sordo con sus ronquidos…
-Sí claro, ni que yo tuviera complejo de caminero.
-Quien sabe- contestó tirándose sobre la cama.
-De verdad… - abrí la cama- Lo que he descubierto en todos estos años es que vives para incordiar…
-Más concretamente para incordiarte, querida camionera.
-Arrrgg… Buenas noches- dije dándole la espalda y tapándome hasta arriba con las mantas.
-Espero que sean buenas, porque con la música de fondo que va haber…- dijo haciendo referencia a mis supuestos ronquidos.
-Yo no ronco…-pensé.
Cerré los ojos y me dormí enseguida.
Aquella noche no había soñado nada. Sobre todo, no había soñado con nadie y me levanté fresca.
Eran las siete de la mañana y aún no había amanecido.
Aproveché que Dani seguía dormido para cambiarme y ponerme la ropa de calle para bajar al bar de abajo. Me puse un jersey de cuello alto verde, unos tejanos gruesos claros y unas botas de montañista, por si acaso no encontrábamos algún modo de llegar a Castrogeriz en coche pudiera caminar durante unos días, tenía entendido que por Castrogeriz pasaba el camino de Santiago, así que abrían sitios donde dormir.
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Ojos dorados (EN EDICIÓN)
Teen FictionAlma, un chica de 17 años que vive en Barcelona descubre por pura casualidad un misterioso libro de tapas negras que hará que descubra sus origenes y el porque de la maldición que recae sobre su linaje desde hace miles de años. Ella, junto a su amig...