Capítulo 5

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Un pasado oscuro 

Alizee

Agradezco a los dioses haber aceptado la salida que me propuso Zaly, tener a este alemán encima mío no es cosa de todos los días y menos recibir el placer que este hombre me da con tan solo tocarme, sus manos son tan expertas, es como si supiera que punto exacto tocar para llevar a una mujer al éxtasis.

Mi cuerpo pide a gritos la atención de sus manos, de sus brazos, de todo su maldito cuerpo, y como si él fuera un adivino me empieza a tocar con mayor intensidad mis pezones, peñizcandolos y chupándolos haciendo que estos se endurezcan, al terminar con ellos siento como baja su mano hasta mi húmedo coño, provocando una oleada de calor en mi parte íntima, masajeándola y moviendo los dedos de tal forma que hace que enloquezca, provocando un orgasmo de mi parte.

Il tedesco sa cosa sta facendo (El alemán sabe lo que hace)

- Ahora es mi turno Dio tedesco.

Antes que responda, me posiciono encima de él sin previo aviso tomando el control, dejo besos por su cuello hasta llegar a su pecho sintiendo su mirada intensa sobre mí, como si quisiera comerme en este instante.

- Déjate de juegos Göttin, quiero estar dentro de ti ahora, siento que voy a explotar –sonrío ante su confesión mientras que mis manos se alojan en su bóxer, logrando sentir su erección, è così grande (es tan grande), lo toco con la mano izquierda y acerco mi boca a su glande notando como esta crece, lamo poco a poco toda la coronilla de su miembro jugando con mi lengua.

- Scheiße! –toma mi cabello jalándolo para atrás, provocando que mire en su dirección, nuestras miradas chocan y siento mucho más placer del que tenía antes, puedo ver en sus ojos cuanto deseo tiene ahora al igual que yo.

Paso mi lengua por el capullo de su miembro, lamiendo y rozando mis labios sobre el borde de este, mi boca sube y baja por toda su polla ocasionando que el gruña de placer.

- Si yo hago magia con los dedos, tú haces magia con la boca –aprieta mi trasero levantándome de la posición que me encontraba.

- Tengo muchas habilidades –le sonrío, mientras que él se posiciona en mi entrada, dedicándome una mirada lujuriosa.

- Te cuidas cierto? Ahora no tengo ni un miserable preservativo –me dice de forma apresurada.

- Si lo hago, mételo ya –ordeno.

Siento como se ubica en mi entrada rozando su polla contra mi coño, maldición siento como cada parte de mí arde, planta pequeños besos por mis pechos hasta llegar a mi cuello, mordiéndolo de una forma tan suave y exitante. Sus manos toman mi cintura y la aprieta tan fuerte que estoy segura que dejara una gran marca para mañana.

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