(Prólogo)

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Acompañado de su hijo, Ino se encontraba frente a una tumba, una tumba que pertenecía al amado esposo y padre Sai, quien había fallecido hace ya tres años.

Ambos Yamanaka admiraban como sus flores adornaban la lápida mientras que un cálido viento les acariciaba el rostro, acompañado también de un fuerte sol que anunciaba el pronto atardecer.

Aún en silencio, Ino miro de reojo a su hijo y volvió su vista a la lápida rápidamente, pensó que de ver a su hijo directamente, el descubriría la verdad como si la tuviera escrita en la frente.

La Yamanaka se deshizo de dichas ideas absurdas y respiro profundo en su interior. Se encontraba en un gran dilema, pues Ino deseaba revelar por fin la verdad.

— Inojin — Llamo la Yamanaka firmemente.

Tras ser nombrado, el chico volteo a ver a su madre que aún mantenía su vista en la tumba — ¿Qué sucede madre?

— Quisiera contarte algo, es algo con respecto a tu padre... — Expresaba Ino con toda la serenidad que podía reunir.

Inojin miro a su madre confundido, y pregunto curioso — ¿Qué sucede con el?

Aún con nervios, Ino se negó a responder hasta que se sintiera más cómoda, haciendo que su hijo lo siguiera hasta una banca cercana.

Ambos tomaron asiento e Inojin miro fijamente a su madre, que poco a poco lo confundía aún más por su comportamiento extraño e indeciso

Ya desesperado, Inojin pregunto —¿Mamá que pasa? ¿Qué sucede con mi padre?

Ino tomo aire y miro a su hijo a los ojos, sabía que era el momento, que la hora había llegado.

— Cariño, yo no esperaba, quería, ni imaginaba que un día estaría frente a ti para decirte esto, pero... Ya no puedo guardarlo más.

Inojin estaba por hablar hasta que su madre lo interrumpió diciendo — Sai no es tu padre...

El Yamanaka sacudió su cabeza y pidió a su madre que repitiera lo que había dicho. La garganta del chico ahora se veía tensa ante las palabras de su madre, que en realidad fingia no haber escuchado.

— Inojin, Sai no era tu padre... no era tu padre biológico.

Inojin se mantuvo callado y aparentemente tranquilo, aún que ahora no podía mirar a su madre en estos momentos.

— ¿Mamá... de que hablas? ¿Es mentira, no es así? — Expresaba Inojin ahora con un temblor evidente en su voz.

— ¿Con que motivo yo podría engañarte con algo así, hijo? — Interrogó Ino que veía el dolor y la confusión de su hijo, e imagino las miles de cosas que ahora pensaría de ella.

Ino prosiguió — No pediré que no te molestes, estás en todo tu derecho de hacerlo, pero... creo yo que merecías saberlo después de tanto tiempo.

La Yamanaka observaba la silueta de su hijo inmóvil, parecía que aún estaba asimilando la verdad, pero lo que Ino esperaba, ya fuera tarde o temprano, era la pregunta... La gran pregunta.

— ¿Quién es mi padre entonces? ¿Dónde está? ¿Está con vida? — Inquirió Inojin con emociones contenidas.

— Tranquilízate, yo responderé a todas tus preguntas... ¿Está con vida?, si... ¿Dónde está?, Aquí, vive en Konoha...

Antes de que Ino pudiera continuar, su hijo la interrumpió cuando se levantó de su asiento hostilmente, y con una mirada y voz igual de molesta, pregunto.

— ¡¿Quien es?! ¡¿Acaso el nos abandonó?!

Cuando Ino estaba por confrontar a su hijo, una voz sumamente conocida llegó a los oídos de ambos Yamanaka, interrumpiendo así la situación.

— Buenas tardes Ino, buenas tardes Inojin...

Al darse vuelta, Ino se encontró con Naruto Uzumaki, quien venía vestido con su ahora look habitual.

Una camisa azul oscura, acompañada de un pantalón negro de vestir, que junto a su gran y larga capa de Hokage color crema, lo hacían ver serio, peligroso y deslumbrante a la vez.

Agregando también su fuerte, pero nada exagerada musculatura, su gran altura que lo hacía ver imponente para todos y todas.

— Hola Naruto, ¿Estás bien? ¿Qué haces por aquí? — Dijo Ino alegre, pero preocupada por Naruto.

El Uzumaki sonrió triste y mostró las flores sobre sus manos — Venía a dejar flores para mi viejo amigo... se que hoy son tres años desde su fallecimiento.

Naruto se percata de la presencia del hijo de la Yamanaka, por lo cual procede a saludarlo de mano firmemente — Perdóname, ¿Cómo estás Inojin?

— ¡Muy bien, gracias! ¿Cómo se encuentra usted, Hokage Sama?

— Estoy bien, gracias... no necesitas llamarme Hokage-Sama fuera de la oficina, solo dime Naruto, ¿si?

— Si Hokage-Sa... perdón, Naruto — Dijo Inojin apenado ante su casi error cometido.

Naruto asiente divertido antes de volver a ver a la Yamanaka —Permítanme un segundo...

El Uzumaki se dió media vuelta y con paso lento, se dirigió a la tumba de su amigo y compañero, Sai. Coloco sus flores junto a las de los Yamanaka para terminar haciendo una pequeña oración.

Finalizándola, se dirigió nuevamente hacia al dúo Yamanaka que lo había esperado a sus espaldas.

— Lo siento, pero debo irme... todavía tengo muchas cosas por hacer — Sentenció Naruto algo cabizbajo.

— Tranquilo, se que no es tu intención dejarnos, después de todo... la situación no ha acabado — Exclamó Ino sintiendo pena por el Uzumaki ante la carga que lleva.

— Tristemente, bueno... Adiós Ino, Inojin.

— No te preocupes, se que Hokage-Sama nos protege, y que de alguna forma siempre está con nosotros... — Alentó Ino.

Naruto sonrió levemente y se despidió perdiéndose en un gran rayo dorado, que provoco que los Yamanaka se cubrieran los ojos solo para descubrir, que el ya había desaparecido.

El sonido del viento que había generado la despedida de Naruto, dejo un silencio que se volvia más y más incómodo, hasta que Inojin atacó.

— ¿Ya me vas a decir quien es el desgraciado que nos abandono? — Pregunto Inojin repentinamente.

Ino se arrodilló frente a su hijo y lo tomo de sus hombros firmemente, haciendo que Inojin le diera su atención total ante lo que estaba por decir.

— Inojin, te amo, eres mi hijo y por eso quiero lo mejor para ti, en todo momento, pero tengo que decirte la verdad... Y la verdad es, que tú no eres Inojin Yamanaka...

Tu eres, Inojin Uzumaki...

Fin del Prólogo

La verdad de mi MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora