IV: SANGRE EN LOS DINTELES

3 1 9
                                    

Ben nunca había sido alguien creyente en las cosas paranormales. Desde muy chico, gracias a la madurez que había adquirido a tan corta edad, sabía perfectamente que la mente siempre trata de engañarlo a uno, sacando a relucir los miedos más profundos, en esos momentos en el que un niño apaga la luz de su cuarto y se escondía en la cama de un salto, con la sensación de que si no lo hacía rápido, algo espeluznante lo iba a coger. A diferencia de sus dos inútiles hermanos, él nunca necesitó irse a dormir donde sus padres porque lo había despertado una pesadilla o un trueno, o había orinado la cama, y todo ese ABC de los niños pequeños a la hora de irse a dormir. Ben podía perfectamente revisar bajo la cama en la máxima oscuridad para recoger algún juguete o calcetín que se le hubiera caído durante el sueño, o bajar hasta el primer piso por las gradas con una linterna para buscar algo de comer en la cocina y cosas así.

"Benny nunca me fue remilgado a la hora de comer, o quejumbroso o berrinchudo cuando no le compraba algo cuando me lo pedía. Cuando su papá se fue, Ben se volvió alguien muy reservado, pero eso sí bastante educado. A la hora de hablar, era de decir "Por favor mamá"; "Esta bien mamá gracias"; " Si se puede hacer bien, y si no, no hay problema", entre otras cosas", contaba Lucía Medina ( como prefería que la llamaran desde que su esposo la abandonó) . Cuando las madres de los demás niños miraban el comportamiento de Ben y le preguntaban a Lucía Medina qué pasaba con ese niño, ella respondía lo mismo: "Benny es un adulto de 40 años en el cuerpo de un niño de 10". Fue por esa razón que los demás niños empezaron a excluirlo, pero a Ben no parecía importarle. Es más, era estando solo o en compañía de su madre que él se sentía totalmente feliz.

Sin embargo, desde hacía mucho tiempo, no había sufrido tantos escalofríos hasta que llegó a Montejo. Se sentía tan confundido, como si el haber entrado en ese pueblo hubiera sido entrar a una dimensión extraña. Sobre todo por lo que le dijo la mujer de la entrada del pueblo, el comportamiento de la señora Alba y la estructura poco avanzada del lugar. Aunque algo que sí le causó miedo fue el despertarse en mitad de la noche, ver que el pueblo estaba en completo silencio, y la frase formada en la pared.

Pero vaya sorpresa que, cuando se despertó de mañana y observó la pared, notó que ya no había nada. Tocó la zona donde había encontrado la frase escrita, pero se podía sentir la textura de las letras (por suerte, Ben tenia una excelente memoria y recordó el lugar exacto donde se encontraba) Posiblemente había sido producto de su imaginación por el cansancio y el susto por el derrumbe de rocas. Y quizá tal vez se estaba tomando las cosas con un tono demasiado trágico y sospechoso.

Encendió su computadora, la conectó a un viejo tomacorrientes que había en la pared (por suerte, eso era lo más cercano que había encontrado a algo moderno), y terminó lo que le había faltado a su diario del día anterior:

Después de casi estrellarme por un derrumbe de rocas, desperté aturdido pues me había golpeado la cabeza contra el volante ( por algún motivo que desconozco, dormí varias horas y no sufrí heridas graves ). Me encontré con una señora a la entrada, la cual me dijo que la gente de acá era bastante desconfiada con los visitantes, y que no confiara en nadie.

Al llegar a Montejo, me esperaba un pueblo casi abandonado, con casas polvorientas y derruidas, como esos pueblos pequeños de la costa o esos fantasmales de las películas o videojuegos western o de terror. Pero resulta que fue todo lo contrario: tenía una estructura estilo colonial como la mayoría de pueblitos de Colombia, y estaba ubicado en una localización casi única: del costado derecho el poblado lo cubría una pequeña cadena de montañas, aunque sé que por la localización no era exactamente la Cordillera de los Andes. Y del lado izquierdo, hay una salida al mar. Básicamente es como si estuviera ubicado en una península, tendré que averiguar más al respecto en la biblioteca o en alguna parte de Montejo donde me brinden información.

LA MORADA DEL INFAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora