Pochemuchka

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Mitsuki y Masaru planearon todo rápidamente, ni siquiera avisando a nadie más pusieron todo en acción: aparentaría ser un ataque anónimo, usaron el pánico aún persistente en Katsuki para que siguiera su plan, su madre, su alfa, lo convenció de que eso lo mantendría a salvo y el joven omega le creyó.

Al día siguiente la familia actuó natural; Katsuki se encontró con Izuku para ir al colegio juntos, Masaru fue a hacerle una visita a una antigua amiga que estaba seguro podría ayudarles mientras Mitsuki se encargó de preparar lo demás. Por la tarde el rubio insistió en quedarse en casa de los Midoriya alegando que extrañaba a su Tía Inko, la cual hecha un mar de lágrimas aceptó su visita encantada. Cenó con ellos y cuando estaba por anochecer partió, no sin antes despedirse de un abrazo de la mujer.

—¿Qué ocurre Kacchan? —Preguntó su amigo cuando lo dejó frente a la puerta de su casa.

—Solo intento ser amable, maldita sea. —Para que no notara sus nervios fingió enojo y ocultó las manos dentro de los bolsillos, escuchó una risilla de parte de su amigo.

—De acuerdo, te veo…

—Creo que alguien me está siguiendo. —Soltó el rubio mirando al suelo sin poder aguantarse más. Hasta ahí llegaba su valor.

—¿Q-que? O sea, ¿alguien de la clase? ¿O de un curso mayor?

—No, no sé, pero creo es un adulto… —de solo recordar la sensación de ese extraño encima de él le causaba escalofríos. —Hace un par de días noto algo extraño.

—¿Les contaste a tus padres? —Izuku soltó un chillido cuando su amigo negó con la cabeza. —¡Debes decirles! ¡Vamos! ¿Le digo a mi madre que venga?

—¡No! —Katsuki había casi gritado. Había metido la pata, lo que menos quería era involucrar a inocentes como a Deku y su madre. —No te preocupes estúpido Deku, yo puedo solo.

—Pero… Kacchan…

—Puedo solo, joder como molestas. Es más, aún hay luz del sol, todo estará bien. Adiós… nos vemos mañana.

La última parte la murmuró después de darse la vuelta, no quería mentirle en la cara a su mejor y quizá único amigo. Escuchó la despedida preocupada de Izuku y apresuró el paso. Tenía todos sus sentidos alerta y pudo notar la presencia de alguien cerca, el cabello de su nuca se encrespaba, se sentía vigilado. Con temor continúo su camino, saludando a un par de personas que se encontraba hasta que estaba por llegar a su calle, sintió como alguien lo jalaba del brazo hacia un callejón.

Su cara se estrelló contra la pared y sus manos fueron fuertemente sujetadas a su espalda, estaba inmovilizado. El extraño tenía una mano libre la cual utilizó para destapar su cuello y Katsuki sintió asco cuando el sujeto, claramente un alfa joven olfateó su cuello.

—Pero mira como avanza la medicina, ¡casi no puedo olerlo! Aunque a esta distancia se alcanza a percibir un poco. —Sacó la lengua y lamió su cuello causando un escalofrío en Katsuki. —oh, ¿Me extrañaste?

Resiste. Le decía una voz en su mente. Recordó lo que tenían planeado y rezando porque todo saliera bien y los tiempos fueran correctos, usó una de las técnicas que le había enseñado su madre; lanzó su cabeza hacia atrás golpeando al alfa y luego aprovechando los segundos de desorientación se giró y lo pateó con fuerza en la entrepierna antes de salir corriendo.

—¡Maldito! —Alcanzó a escuchar.

Grita. Le dijo su mente. Llama la atención. Y eso fue exactamente lo que hizo. Comenzó a gritar por ayuda, escuchando cómo detrás de él el alfa se había reconpuesto y seguramente habría llamado refuerzos. Lo confirmó cuando unos metros más adelante casi lo intercepta otro sujeto, logrando evadirlo con facilidad. Corrió hasta llegar a una zona rocosa intentando perderlos, en algún punto había comenzado a llorar, el pánico de no sólo ser perseguido sino de tampoco saber si eso serviría le causaba una sensación de angustia como nunca en su vida.

Litost [Todobaku / Endebaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora