Crónicas de un poeta II

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En el clímax de su carrera
Se retiró de todos los medios
Nadie supo jamás de él
Y quedó extinto sin remedios.

Su retiro fue motivado por la fama
De la cual se hastió en demasía
Porque muchos creyeron reales
Todos sus escritos de fantasía.

Suponían que eran sus experiencias
que en cada escrito expresaba,
los cuales eran ideas verosímiles
que con él no tenían que ver nada.

Además, lo aterraban sus yerros
los cuales cometió en el pasado
Y los amenazaban toda su vida
y pesaban como enorme fardo.

Quiso librar a su esposa e hijo
De las pifias de su juventud
Y así, sus vidas no estén
manchadas por su ineptitud.

Así se desligó de su pasión,
pero jamás de su talento,
aunque no lo practicaba
tampoco hacía lamento.

El hijo era muy diferente al padre,
le era difícil poder expresarse.
Ante cualquier situación tratable
le era muy normal acobardarse.

El hijo estaba pálido y delgado
desde hacía algunas semanas,
Y aunque el padre le preguntó
este se negó de forma cerrada.

Pero más sabe el diablo por viejo
Así que el padre llegó al meollo
y entendió que estaba enamorado
y le proporcionó todo su apoyo.

Cuando el hijo se vio descubierto
no le quedó de otra que hablar
El padre le dijo: Todo lo que sientes
eso, a la chica, debes expresar.

Era una solución muy fácil pensó,
podía con eso el joven introvertido,
quien se expresó con la linda joven.
Más anómalo no pudo haber sido.

Al encontrarse donde frecuentaban
frente a frente coincidieron sus miradas
al escuchar las palabras que dijo el chico
la joven quedó bastante desconcertada.

Hígado, corazón y estómago,
fueron las palabras exclamadas
asombrada la joven lo miró
boquiabierta y anonadada.

Al joven le dio más vergüenza
y agravó su condición de salud
el padre se percató nuevamente
y le ayudó ante tal vicisitud.
 
“Hijo te diré mi más preciada obra
con la cual cautivé a tu progenitora
pon mucha atención a cada palabra
pues te las comunicaré ahora:

Ojos de lucero,
boca de coral,
a ti te enviaron del cielo
para decorar mi hogar.

Los ojos del moribundo caballero
cobraron un brillo de ilusión
pues eso sería en oídos de la joven
cual dulce y hermosa canción.

Como dama astuta, la joven sabía
del mancebo, los sentimientos
y esperaba con muchas ansias que
se expresara en algún momento.

El hijo del poeta citó la señorita
quien acudió con un lindo vestido
con una dulce y profunda fragancia,
para dejar al joven derretido.

La tomó de la mano, tragó seco,
tomó aire y fuerzas para hablar
los nervios no lo traicionarían
y la poesía comenzó a recitar:

“Ojos de becerro,
boca de corral,
a ti te enviaron del cielo,
por burra y animal”.

¿Continuará?

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