•Piloto•
~Es cálido... Sí, sus brazos son los más cálidos que conozco, aunque a decir verdad no conozco muchos brazos que me hallan abrazado así, estar dormida junto a él es de lo más relajante, nada me hace daño, nadie puede lastimarme, nada importa~
La tarde pasó volando, las palomitas y la película parecen no durar todo el domingo, es un pequeño trozo de un exquisito pastel que solo puedo probar una vez a la semana, quisiera quedarme dormida en sus brazos todo los días, pero su trabajo y mis responsabilidades escolares se aferran a separarnos. Por otro lado, él llega exhausto por una larga jornada y yo me la paso metida en la tienda, nuestras vidas toman caminos separados a excepción de hoy.
Cada domingo repetimos el mismo ritual de siempre; botana, televisión y sofá, finalizando con una siesta larga en el mismo sitio donde empieza todo.
Despierto de una larga siesta, levanto mi cabeza del hombro de mi papá para ir por un vaso de agua, lo miro de reojo notando que la posición en la que quedamos dormidos lo incomodó un poco ya que al momento de pararme él se acomoda en el sillón, siempre ah batallado para encontrar la posición adecuada para descansar; me retiro a continuar con mi sedienta misión, las palomitas me han dejado la boca seca pero con el sueño que tenía era imposible ir por un vaso de agua y más cuando es muy de noche... ~Noche... Noche... ¡¿Día?! ¡¿Es de día?!~ inquietantemente miro que la luz del sol entra por la ventana de la cocina deslumbrándome directamente en el rostro, ~¡eso es imposible!, no pude haber dormido doce horas continuas~ repito en mi cabeza, corro asustada a la sala para despertar a mi papá pero al entrar me quedo inmóvil como una roca, mis manos se agitan sin césar, no puedo creer lo que veo, un gato horroroso de color gris echado sobre el cuerpo de mi padre, la ocurrencia del momento no es lo que me pone los pelos de punta, más bien es la gravedad de lo que estoy observando; mi padre ha sufrido alergias hacia el pelo de los gatos desde que tenía cinco años por lo cual no tienemos mascotas, ~¡¿De donde habrá salido ese asqueroso animal?!~, dejo el vaso de agua sobre la mesita de centro que está en la sala y lentamente me acerco al felino con la mano derecha mientras él demuestra su indiferencia lamiéndose el cuerpo, al estar más cerca el gato deja de hacer lo suyo y me mira fijamente como si intentará advertir que estoy entrando en su zona, sus enormes ojos rojos debilitan mi valor y me hacen sudar, no importa, haré lo posible por quitarle de encima ese animal a mí padre, antes de siquiera poder tocar su cabeza el gato muerde mi dedo índice, debería haber gritado de dolor al perder un trozo de dedo pero curiosamente no siento dolor, puedo ver con claridad cómo mastica un pedazo de mi mano con sus enormes dientes llenos de sangre, intento sacar el dedo de su hocico sacudiendo el brazo, eso fue un grave error, el dedo salió pero el animal se aferró con sus afiladas garras a mí brazo, ahora sí puedo sentir como perforan sus garras mis venas, es inútil cada movimiento que hago, si se suelta de un brazo se agarra del otro, ~tengo que hacer algo rápido antes de que corte todas las venas~.Me muevo con el gato hacia la sábana que tiene mi papá, por su lado él sigue profundamente dormido sin mover ni un musculo, logro envolver al gato sobre la cobija atrapándolo dentro de ella, es muy salvaje, a pesar de estar envuelto no deja de lanzar rasguños y mordidas, salgo corriendo con el monstruo en manos hasta la calle donde lo arrojó hacia la avenida, suelto un enorme suspiro de alivio mientras observo cómo se libera de los pedazos de tela que hace dos minutos eran una cálida cobija marrón, correr desenfrenadamente devuelta a mí, entro a casa de un salto, cierro la puerta de un golpe, ~será mejor que detenga la hemorragia pronto o moriré desangrada~, volteo mi cabeza que había recargado en la puerta para tomar un respiro pero al mirar el interior de mi casa quedo consternada, ¡mi padre está roto en pedazos!, es difícil distinguir cada parte de su cuerpo que está disperso en la sala manchada de sangre, grito de miedo al ver tan espantosa imagen, entre el rompecabezas de su cadáver encuentro su cara, caigo de rodillas desplomándome en un llanto amargo, la sangre que sale de los rasguños de mis brazos se mezcla con la sangre de su cráneo roto -¡Papa! ¡Papito no te mueras!- le suplico como si pudiera tener remedio la situación, solo me queda llorar mientras el gato se burla de mi maullando afuera de mi puerta, maullando tenebrosamente imitando mi sufrimiento.

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Ocelkuayolotl
Teen FictionLos pies están pesados y tus latidos casi no se sienten, no hay felicidad, no hay emoción, solo corres sin rumbo intentando huir de eso que te persigue deseando tu cuerpo, tu corazón. No dejes que alcance, él no se detendrá, y tú ¿lo harás?. Cuando...