Ocelkuayolotl

CAPITULO IV

•Los terrenos valdios•

~Creo que caminaré a casa, cruzaré los terrenos baldío~, me gusta pisar las vías del tren, bueno lo que queda de ellas, como pasé las últimas dos horas en orientación me siento con energía, además el camino es agradable, un poco inseguro por qué poca gente transita por allí pero en verdad necesito despejar mi mente.

Las torres de electricidad me guían a casa, el suelo húmedo es algo resbaladizo pero todo es cuestión de saber dónde pisar, es tranquilizante el sonido del viento que sopla en mis oídos, me encanta como brillan las flores del parque de "ARA 1" con el sol en todo su esplendor, en verdad era lo que necesitaba con un día como este, pero como siempre ah de sucederme, el comienzo de la tranquilidad no puede significar más que desastres y caos..., a mitad de camino, cruzando la avenida "camino a la hacienda" comencé a notar que todo se silenciaba más y más, los pájaros dejaron de trinar, el viento dejó de soplar, un enorme vacío me invadió, cuando la angustia en mi pecho comenzó a crecer fue cuando lo escuché, unos maullidos muy escalofriantes que venían de alguna parte, ~No puede estar sucediendo ahora~ me dije, ~Todo está en tu cabeza, todo está en tu estropeada cabeza~ repetía sin césar, no importa cuánto corriera por qué no lograba avanzar y los maullidos se acercaban más a mí, todo era tan aterrador, a lo lejos veo pasar a una señora con su hijo, comienzo a gritar con todas mis fuerzas pero parece no oírme, -¡¡¡Ayuda!!!- Grito desesperada, el momento fue decisivo cuando sentí sus garras en mi pantorrilla, entonces grité -¡¡Ayuda por favor!!- sentí como ese último grito desgarro mi garganta, la mujer volteo hacia mí muy asustada, caminó a mi encuentro un poco desconfiada pero decidida, de pronto mis pasos parecieron más rápidos, el mundo volvió a sonar, los pájaros, el viento, la vos de la mujer diciéndome -¡¿Qué sucede niña?!, ¡¿Qué pasa?!.

-me venían persiguiendo- contesto exaltada y con la voz desgarrada.

-¿Quién te perseguía?- preguntó mientras sujetaba fuertemente a si niño.

-Un...- ¿Qué le diría?, ¿Me perseguía un monstruo en mi cabeza? Eso no tiene mucho sentido, con una respuesta así lo más probable es que creyera que estoy drogada y saliera huyendo de mi -Una camioneta con los vidrios blindados- dije.

-Oh! Mi niña, pero ¿Qué haces solita en este lugar?, No deberías andar aquí- mira fijamente las lágrimas en mis mejillas.

-¿Quieres que llame a alguien?.

-Sabe que no hace falta, me iré sola, muchas gracias por su ayuda- respondí mientras salgo corriendo una vez más.

Cuando llegó a casa no encuentro más que a mi madre en la entrada de la sala, -¿Y a ti que te ah pasado?- pregunta por verme llegar jadeando con la cara pálida.

-No pasa nada- obvio no le contare lo que pasó, por qué es una historia loca y por qué lo más seguro es que me regañe por caminar sola en los terrenos baldíos.

-¿Cómo que no te pasa nada?- me detiene en la entrada -vienes llorando y los labios los traes resecos, es mejor que me digas que te paso- me grita.

-No pasa nada mamá- intento evadir su mirada.

-Escúchame Beth, te doy una última oportunidad para decir que te está sucediendo- me reta con su enorme voz.

-Bueno la verdad es que me persiguió una camioneta- mis ojos se desbordan de lágrimas.

-¡¿Qué?! Dios mío- levanta mi rostro con su mano - Dime la verdad Beth, caminaste por los campos baldíos ¿Verdad?.

-Si- comienzo a temblar.

-Te dije que no caminarás por allí niña estúpida- grita soltando una enorme bofetada -Eso te pasa por desobedecer mis órdenes- me bofetea una vez más -por algo te doy dinero extra, para que tomes un transporte que te traiga de vuelta, ahora vete a quitar el uniforme y regresa a ayudarme- me avienta fuera de su vista -Y deja de llorar, que tú te lo buscaste.

Corro a mi habitación, sabía cómo reacciona mi madre, no puedo esperar que sea más dulce conmigo, ella siempre es muy dura con nosotros, aunque a decir verdad, la mayoría de las veces nos lo merecemos.