CAPITULO III

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•Anoche no dormi•

-Lo sé Pelusa- intento excusar mi historia poco creíble -Pero debes creerme cuando digo que algo estuvo en mi cuarto ayer.

-No lo sé Beth, tu sabes lo que pienso sobre las historias sobrenaturales y esta suena como un vídeo de esos que están narrados por un locutor de voz en transición a la pubertad- suelta una risita mientras le saca la punta a un color rojo.

-¡No lo estoy inventando!- me exalto levantando la voz, arrebato su color rojo para que pueda ponerme más atención -¿De que me serviría contarte está historia a ti?.

-Esta bien, disculpa- dice mientras acerca su pupitre un poco más hacia mí y toma su color, entonces comienza a enlistar todo lo que le dije -Haber… déjame ver si entendí, ayer en la noche fuiste a dormir con las ventanas abiertas y después de quedarte dormida sentiste que algo caminaba sobre ti- recoge su cabello detrás de su oreja y me pregunta – pero tú me has dicho que no hay forma de que algo entre a tu cuarto, tu habitación está en la primer planta de la casa ¿No?.

-Si- afirmo con la cabeza.

-Ahí está, no hay forma de que algo estuviera contigo, además, ayer llovió toda la noche, es imposible que algo anduviera afuera con tanta lluvia- concluye alejándose un poco de mi.

-Espera… ¿Llovió?- pregunto un poco confundida -ayer no escuché ni una gota de agua, es más, no escuché ningún ruido.

-Si, ¿Acaso no la oíste?.

-No, en realidad no escuché ningún ruido.

-¿Ni al gato que maúlla a pie de tu ventana?- lanza una mirada curiosa que podría ser algo burlona por el modo en el que levanta las cejas.

-No… no escuché nada- con todo lo que pasó anoche no preste atención a los maullidos nocturnos.

La pregunta que me hizo Pelusa me pone a pensar ~¿que tal si el gato fue mi acompañante nocturno?~ aunque eso no tendría mucho sentido, no tiene por dónde entrar, es mejor que me olvide de lo sucedido o comenzaré a enloquecer, por suerte mía la clase está a punto de comenzar y puedo darle fin a esta charla -Pues tal vez fue un sueño muy real- concluyo.

Para las once y cuarto llegó el recreo, Pelusa y yo decidimos salir a las jardineras de la explanada escolar, han estado muy frescas y verdes por la llegada de la primavera, es el lugar más cómodo para comer y relajarse después de una clase aburrida. Al llegar nos sentamos directamente en el césped y acomodamos nuestras loncheras juntas, así ambas podremos compartir nuestros refrigerios, -la verdad voy a extrañar esto cuando nos vallamos a la preparatoria- le comento a Pelusa mientras acaricio el suelo con mis palmas alborotando el fresco aroma que solo el rocío matinal puede tener.

-Aún queda tiempo para disfrutar de estas jardineras, nos falta casi año y medio para la graduación-
-No me refiero al pasto en específico- sorbo un poco de mi jugo de manzana y continúo -es todo esto, la escuela, mis trece años, tu… nunca nos ponemos a pensar en lo tanto que disfrutamos un momento hasta que se ha ido.

-Que cosas dices- muerde un par de nuggets para hacer espacio en su siguiente argumento -La vida está llena de buenos momentos no se por que preocuparse, ¿Puedo?- pregunta señalando mi fruta picada a lo que respondo acertando con la cabeza.
Pelusa siempre ah sido muy optimista con todo en la vida, es como la mayoría de mis compañeros de escuela, nada les preocupa, nada les agobia, a veces quisiera ser como ellos y reírme de la vida sin el  problemas de estar todo el tiempo con la angustia atada a mis tobillos como grilletes, tal vez estoy madurando más que ellos o quizás tengo un problema que debe ser atendido.
Es momento de regresar al salón de clases, nos preparamos para la clase de educación física, el maestro no se molesta en ir a nuestro salón, el prefiere descansar sus 120 kilogramos en las canchas de fútbol y esperar a que lleguemos.

Debido a la falta de autoridad en el aula los alumnos comenzamos a charlar en voz alta, yo por mi parte prefiero guardar silencio, es inevitable no escuchar lo que hablan los demás, especialmente cuando hablan muy fuerte sobre sus planes en la tarde; Isaac pretende ir a casa de Arturo para pasar el rato, la China tiene que salir con sus primas a visitar a su abuela, Pamela, Virginia y Daniel saldrán a trabajar en el proyecto de grupo lo que en realidad será una tarde dedicada a la perdida de tiempo. Me impresionan lo bien que diseñan todos esos planes tan meticulosos para hacer nada, en cuanto a mi, me espera una divertida agenda, después de salir de la escuela iré a ayudar al negocio de la familia, pasaré más de cuatro horas acomodando material de papelería, luego si la ocasión lo amerita iré con mi madre a surtir la mercancía que hace falta y regresaré a hacer lo mismo, obvio es sarcasmo cuando dije que era una agenda divertida por qué mientras todos dedican a la tarde libre yo tendré que estar trabajando hasta tarde y luego dedicarme a mis tareas escolares, mi madre dice que esto me ayudará en un futuro, ser responsable con un negocio y dejar atrás el ocio juvenil que consume el potencial de los jóvenes, aunque debo admitir que siempre eh querido ir al cine con mi grupo de amigos o ir a la casa de pelusa a pasar el rato, el único problema es que yo no tengo tiempo para eso y tampoco tengo muchos amigos, incluso Gloria a quien apodé pelusa por su cabello tan chino que tiene que siempre está alborotando y enredado, no la puedo considerar mi amiga, aunque sea la única con la que hablo, eh comenzado a sospechar que habla de mi a mis espaldas, pero no estoy segura.

-¿Ya supieron la gran noticia?- Vanesa grita desde la esquina del salón – Así es chicos, el 28 de este mes daré una gran fiesta en mi casa y todos están invitados, claro a excepción de los que son los esclavos de sus madres- voltea hacia mi apuntando fuertemente con la mirada.

-Que graciosa, ¿También te ayudaron a escribir ese chiste?- respondo con sarcasmo.

-Sabes que… te evitaré la pelea con tu mamá para pedir permiso, así que tú no estás invitada a mi fiesta- se acerca a mi y detrás de ella su club de mini brujas.

-Que lástima, en verdad moría por conocer a tu madre ebria o a tu padre… espera un segundo, tu no tienes padre- le grito fuertemente frente a todos, puedo escuchar como todos hacen bullan por mi jaque mate.
Vanesa sale corriendo del salón, es seguro que irá con la orientadora a acusarme, no importa, no será la primera vez que me dan citatorio por problemas como este, especialmente si se trata de Vanesa. No la culpo, tiene una vida dura y ah decir verdad tiene mucho con que cargar, pero eso no es problema mío, ella siempre detesta cualquier cosa que proviene de mi; mi ropa, mi familia, mi situación económica, ¡maldición! hasta mis pechos le causan conflicto, yo no elegí esta vida, tampoco ella pero ni hablar.

OcelkuayolotlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora