🗡 GLAVA XIV 🗡

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OMNISCIENTE
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—¿Qué haces aquí? 

Davian miró a Lilith sin decir nada. Ya estaba amaneciendo cuando ella sintió un ruido afuera de la casa de su Sapfirovyye glaza y bajó para salir, encontrándose con el castaño en el pequeño jardín delantero fumando en completa soledad. Se acercó a él después de ponerse la chaqueta de su Sapfirovyye glaza y se sentó junto a él en el césped, mirando como el cielo cambiaba sus colores. 

—No sabía que fumabas —susurró.

—Solo lo hago de vez en cuando —susurró de vuelta.

—¿Estás bien?

—No. No lo estoy —sonrió con tristeza—. Odio todo lo que soy. Lo que fui. Y lo que seré. 

Ella se quedó en silencio, esperando a que continuara.

—No me gusta lo que soy, Lilith. Es una mierda —susurró quebrado—. No me gusta ser un puto asesino. No me gusta dañar a las personas. No me gusta consumirlas.

Lilith iba a preguntarle de qué demonios estaba hablando, hasta que recordó las palabras de su Sapfirovyye glaza

"La única vez en que puedes ver al verdadero Davian, es cuando está completamente solitario en medio de la noche, contemplando el cielo nocturno ya que habla con su hermanita como si fuera una estrella". 

—No me gusta ser un monstruo, Lilith.

—No eres un monstruo, Davian. 

—Si lo soy. Asesiné a mis padres y los cociné. He asesinado gente desde entonces, algunos por diversión, otros por placer y otros para comer solo ciertas partes. Me gustan los corazones y los pulmones, pero lo odio. Odio lo que soy, Lilith. 

Lilith sintió una presencia detrás de ellos y se giró de forma sigilosa para ver a su Sapfirovyye glaza apoyado en la puerta, sin decir nada. Él la miró y le hizo un ademán para que siguiera con Davian, ignorando su presencia allí. Ella sabía que él la estaba cuidando, por esa razón se quedó más tranquila. A Lilith no le daba miedo conocer a este nuevo Davian, era pacífico y dulce, pero la inquietaba. Creía que en cualquier momento podía sacar una de sus tantas personalidades y atacarla. Porque si, en esta semana había conocido por lo menos cuatro personalidades del tierno castaño.

—Tú... ¿Sabes sobre nuestro linaje? —preguntó Lilith con cautela.

Davian asintió. El linaje y pasado de su familia no era un tema a la ligera, tampoco era algo que hablaban libremente, había reglas con respecto a su familia. Y absolutamente nadie que no llevara su sangre debía enterarse acerca de su linaje. A menos, claro, que fuera una persona nueva en la familia. Ella se lo había contado a su Sapfirovyye glaza, y fue porque sabía que iba a pasar el resto de su vida con él. Esa era la única excepción para contar algo tan valioso y pesado como lo era el tema de su linaje. 

Antes de poder decir algo, la puerta se abrió, dejando ver a Anette que salía de prisa hacia el carro de su padre. Caym la siguió corriendo, subiéndose a su carro y manejando lejos de ellos, sin decir absolutamente nada. 

Lilith miró a su Sapfirovyye glaza—. ¿Y eso? ¿Ocurrió algo?

Seth suspiró—. Supongo que irán con mis padres. Anette estaba desesperada por conseguir respuestas a como dé lugar. 

—Oh. 

El viaje fue largo y ansioso. 

Era ya de día cuando Anette iba caminando por los pasillos de la academia policial de su padre. Después de lo que había ocurrido con respecto a su venta que no se concretó, su mente no paraba de pensar en quién era en realidad Balthazar. Una parte de ella ya sabía y conocía de lo que él era capaz, pero otra parte, estaba anclada a esa niña interior que amaba a su papá con toda el alma. No se podía quedar así, necesitaba respuestas. Y las obtendría sí o sí.

LA FLOR DE LA MUERTE © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora