🗡 GLAVA IV 🗡

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—Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: "¡En verdad, esta es la vida misma!" Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!".

Sonreí sobre el pecho de mi Sapfirovyye glaza mientras me acomodaba sobre su regazo—. De nuevo... léalo de nuevo, por favor.

Él me miró con suavidad mientras me acariciaba el cabello—. Ojitos, son las una de la madrugada, debo ir a casa.

Me puse muy triste—. ¿Por qué no se queda aquí? Papá le dijo que podía quedarse cuando quisiera.

Él pareció pensarlo.

Le sonreí dulcemente—. Además me lo debe.

Él alzó una ceja—. ¿Ah, sí?

—Si, hoy fue mi cumpleaños, Sapfirovyye glaza... y usted dijo que podía pedir lo que yo quisiera —susurré suave—. Así que le pido que se quede. Es mi deseo, no puede negarse.

Él se rió, y luego me acomodó sobre él. Siempre me decía que estar en ese gran sofá era algo incómodo, pero a mí me gustaba ya que quedaba junto a la ventana. Así que siempre me cumplía el capricho de sentarnos aquí para leer.

—Tienes razón. Yo siempre cumplo lo que prometo, y esta vez no será la excepción. Ni mucho menos ahora que mi niña cumplió siete añitos...

—¿Entonces si se quedará? Papá no está. 

Él frunció el entrecejo—. Si yo me voy... ¿Con quién te quedarás?

—Con la servidumbre, supongo, si es que aún hay alguno por ahí. Y cuando ellos no están... pues, me quedo sola...

Eso lo cabreó. Lo pude ver y sentir. Su mandíbula se tensó y sus ojos mostraron imperceptiblemente un brillo de ira.

—Está bien, ojitos —susurró—. Me quedaré contigo hoy.

Sonreí feliz y me impulsé hacia él para abrazarlo por el cuello—. ¡Gracias, gracias, gracias!

Él me devolvió el abrazo, sin decir nada, pero sonriéndome con suavidad.

Amaba esa sonrisa en él.

Me separé de él y lo quedé mirando con entusiasmo—. ¿Me lee otro libro? Por favor...

Él me sonrió—. Por supuesto que sí...

Me bajé de su regazo y tomé el libro que él me había leído—. Iré a dejar este y elegiré otro. Ahora vengo, Sapfirovyye glaza.

Él asintió, mientras observaba todos mis movimientos.

Era la primera vez que Sapfirovyye glaza se iba a quedar conmigo. Y eso me emocionaba mucho, me gustaba mucho la voz de mi Sapfirovyye glaza, al leerme, al cantarme, al hablarme... Desde que lo vi por primera vez me encantó su voz, aunque con los años se ha vuelto mucho más grave y gruesa. Hace años atrás, mi padre lo invitó a la mansión ya que Sapfirovyye glaza es su alumno en psiquiatría. Y de inmediato quedé encantada con él... Quedé cautivada por el color inusual de sus ojos, había visto distintos tipos de azules, pero el de él, era un azul inusual... un azul tal cual zafiro.

LA FLOR DE LA MUERTE © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora