OMNISCIENTE
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—¡Hay que ir, brat!
Adam lo miró molesto—. Ya te dije que no.
Alan bufó—. Mocosa de mierda —siseó entre dientes al botar las cosas de la mesa en un fuerte manotazo—. ¡¡Nos dejará sin nada!! ¡Solo está quedando Atwood en pie! —gritó furioso—. ¡Y estos dos idiotas no aparecen!
—No los esperes más. Izan y Edik ya deben estar muertos —siseó Adam con frialdad.
Hace poco al par de hermanos les había llegado una carta del abogado, mencionando todo lo ocurrido en el bosque de Winston. Los diversos incendios que arrasaron con las residencias. Y por si fuera poco, el abogado renunció, era un caso perdido y sin valor.
—Solo hay que ir y traerla. No es mucho trabajo. Si la tenemos a ella, volveremos a tener dinero. El viejo Vladimir le dejó todo. Tenemos un carro, pasaportes y dinero para irnos lejos sin que nadie sepa nada.
Adam sonrió ladino—. Si, pero olvidas cuatro putos detalles.
—¿Cuáles?
—Un psicópata-sociópata. Un esquizofrénico caníbal. Una esquizofrénica desequilibrada. Y una jodida bestia asesina y para colmo, detective y líder de un Imperio mafioso en Alemania.
Alan desvió la mirada, suspirando hastiado—. Hay que traerla de algún modo. La quiero aquí, maldición.
Adam tensó la mandíbula—. Ella es mía.
—Y mía también. Acuérdate de nuestro acuerdo —murmuró al mirarlo fijamente—. La traemos con nosotros después de matar a todos para irnos a Rusia y hacer válida la herencia del fósil psicópata.
—Si. Tú te quedas con parte de la gran fortuna y yo con ella. Fin.
Alan suspiró—. Al menos dame una noche con ella. Joder, Adam. La quiero sentir conmigo, ya van demasiadas semanas que no la toco, me estoy volviendo loco —murmuró mientras se frotaba el rostro con sus manos.
Adam desvió la mirada, notando un carro estacionado frente a la enorme casa. Él vio como una persona bajaba de él y se acercaba, deslizando un sobre por debajo de la puerta. Una vez que comprueba que el sobre de papel pasó por debajo, se devolvió al carro y partió lejos de ahí. Alan se levantó y tomó el sobre en sus manos, acercándose a su hermano mayor para entregárselo. Adam lo abrió y sacó una hoja de papel, notando como Alan se ponía a su lado para leerlo.
"Tengan cuidado, el imperio rojo está protegiéndola a muerte. Y además, el próximo en sus planes es Alan".
Adam gruñó—. Por la mierda. ¿Por qué la ayudan tanto? ¡Maldición!
—Es cautivante.
Él lo miró confundido—. ¿Qué?
—Lilith. Es cautivante. Si tan solo ella se dejara querer... Joder, qué no le daría... —susurró mientras fantaseaba al tenerla consigo—. Todo lo que ella me pidiera se lo daría.
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LA FLOR DE LA MUERTE © #1
غموض / إثارةMuertes. Es lo único que quiero. Quiero destruir. En mi sangre llevo el arte de asesinar. No quiero perdonar. No quiero dar misericordia. No quiero una maldita tregua. Quiero que se arrastren en mi Infierno. Mi Sed de Sangre me exige venganza...